La Cocina aúna dos placeres: la música y la comida. A los sandwiches y hamburguesas de su cocina se le suma, como condimento, buenas melodías de rock de todos los tiempos. Su sesión de Kararrocker de los jueves es una dosis de buen rollo y diversión. Los asistentes suben al escenario de la planta de abajo a cantar sus canciones favoritos ataviadas con un micro en una mano y una cerveza en otra.
En las paredes de ladrillo descubierto de sus dos pisos retumban las voces de los cantantes de rock y las bandas locales que pasan por su escenario los fines de semana. Tras los conciertos, puedes quedarte bailando hasta el amanecer.