El color es inherente a la materia: nos rodea. Antes del desarrollo de la industria, el color se observaba y admiraba en la naturaleza. En este taller, los niños fabricarán pinturas como lo hacían los cavernícolas, que incluso viajaban con pigmentos en el zurrón.
¿Cómo? A partir de la tierra que trabajarán con sus propias manos para obtener los distintos tonos. Después se buscarán ligantes (que también salen de la tierra), que sean capaces de fijar los pigmentos y pintaremos cabras y bisontes, espirales y manos, y ¿por qué no?, también figuras de nuestro tiempo que perduren como lo hicieron las de nuestros ancestros. ¡Bienvenidos al hermoso mundo de los colores y las tierras naturales!