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Madrid es una de las ciudades más arboladas del mundo. Sus calles, avenidas, parques y plazas están plagadas de ejemplares originarios de todos los rincones del planeta, aunque con especial prevalencia de especies como el plátano de sombra, el árbol urbano por excelencia, el fresno o, cómo no, el madroño.
Pero hay uno que supera a todos ellos en longevidad: es el Ahuehuete, originario de México y plantado hace más de 400 años. Concretamente, y aunque existe cierta controversia en cuanto su edad exacta, se calcula que podría datar de 1633. Está ubicado en los jardines del Parterre del Parque del Retiro, muy cerca de la puerta de Felipe IV, cuya entrada está situada en la calle Alfonso XII.
El viejo Ahuehuete formó parte, originalmente, de los jardines del Palacio del Buen Retiro, un palacio encargado por Felipe IV en el siglo XVII. Allí se plantaron especies vegetales originarias no solamente de la península ibérica, sino de otros territorios del Imperio. En concreto, el centenario árbol vino del Virreinato de Nueva España, en México, de donde se trajeron numerosas plantas y semillas.
Entre las muchas leyendas que acompañan desde siempre a este célebre habitante del Retiro, destaca la que cuenta que se libró de milagro de ser talado durante la invasión francesa de 1808. Por aquel tiempo, los Jardines del Buen Retiro fueron utilizados como campos de batalla. Las tropas napoleónicas levantaron una gran fortificación, para cuya construcción utilizaron la madera de la gran mayoría de los árboles de la zona. Entre los pocos que se mantuvieron en pie, el viejo Ahuehuete, sobre cuyo robusto tronco los franceses montaron un arsenal de cañones. Hoy, sus ramas siguen siendo testigos del paso del tiempo.
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