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Por si a alguien le quedaba alguna duda de si Madrid es o no una buena ciudad para ir en bici, el último informe elaborado por la OCU no deja lugar a dudas: Madrid es la ciudad con las peores redes de vías ciclistas de España.
De las 14 ciudades analizadas por el estudio, Madrid aparece en el último lugar del ranking (por detrás de A Coruña y Córdoba). No tanto por una cuestión de kilómetros de carril bici, sino por otro tipo de criterios: que la red sea completa, continua, uniforme, directa, reconocible, tupida y que pase por vías principales (sin necesidad de dar demasiados rodeos para llegar a los centros neurálgicos). Esto es, según el informe, lo que hace que una red ciclista sea útil y, por tanto, más segura, para usar sin miedo al tráfico y sin tener que realizar maniobras peligrosas.
Según el ranking, la red ciclista de Madrid parece estar más concebida para pasear que como vía de transporte. Y para muestra un botón: la vía ciclista más cuidada de Madrid, el Anillo Verde, solo discurre por la periferia. El resto de vías ciclistas resulta muy insuficiente en cantidad para el tamaño de la ciudad, categoría en la que no se pueden considerar los ciclocarriles, un concepto del que se ha abusado bastante en Madrid, según señala el informe. "Un ciclocarril no es más que una bicicleta pintada en el suelo con una señal de 30 km/h y no puede considerarse un carril bici". Y luego está el tema del aparcamiento, otro criterio crucial, que debe ser seguro, "sin temor a robos o vandalismos", y estar bien situado, cerca de intercambiadores, por ejemplo, para poder combinar varios medios de transporte.
Son pocas las ciudades analizadas que cumplen con estos requisitos, pero las hay. En el podio, Vitoria, Sevilla, Valencia y Barcelona, cuya red ciclista podría servir de ejemplo a Madrid. Porque lo que viene a decir el informe que, si esta ciudad no avanza, será muy difícil que los desplazamientos en bici ganen protagonismo a los coches y otros modelos de transporte más contaminantes, tal como se demanda en este momento de cambio hacia un modelo de transporte en las ciudades más sostenible. Y la pelota está decididamente en el tejado del Ayuntamiento.
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