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Alrededor de 600 kilómetros para recorrer sin prisa, disfrutar del paisaje, comer bien, dormir mejor y hacerse fotos en gasolineras abandonadas. Es lo que ofrece la antigua carretera N-VI que une Madrid con Galicia y que, al existir la alternativa de la autovía A6, ha quedado prácticamente en desuso. Para que no caiga de todo en el olvido, y en una clara apuesta por el turismo 'slow', ahora podría convertirse en la nueva Ruta 66 española. Y, bien pensado, la verdad es que reúne todas las cualidades para conseguirlo.
Este 'road trip' atravesaría tres comunidades autónomas, ocho provincias y 70 municipios, muchos de ellos miembros de la llamada 'España vaciada'. A lo largo del trayecto, los viajeros tendrían a su alcance propuestas de enoturismo, gastronomía, cultura, historia..., y con presupuesto abierto: cada uno elige lo que quiere gastarse (no es lo mismo dormir en un modesto hotel y comer en un restaurante de carretera, que hacerlo en un cinco estrellas y disfrutar de un restaurante con estrella Michelin). Motivos que invitan a ir haciendo paradas para alargar un viaje entre el Kilómetro cero y la Torre de Hércules que, de normal, se hace en poco más de seis horas en coche.
No son los casi 4.000 kilómetros que unen Chicago con California, pero sí están cerca de los 700 que unen Chaves y Faro con la Nacional 2 lusa, la carretera portuguesa que sí se ha convertido en 'road trip' turístico. ¿Suena bien, verdad? Pues el proyecto de la Ruta 66 española existe. Se trata de una idea del coruñés Xosé Ramón Novoa y es uno de los ganadores de Turislab, la aceleradora de proyectos de la Xunta de Galicia. Ahora que se cumplen 20 años del 'abandono' de la N-VI por la A6, la propuesta acaba de presentarse en la última edición de Fitur. Y ojalá se convierta en ruta turística.
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