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Copenhague

  • Teatro
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Copenhague
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Time Out dice

4 de 5 estrellas

En estos tiempos de inesperada inestabilidad política, una obra como 'Copenhague' es más que pertinente. Nos recuerda que la ética individual puede ser determinante para la vida o la muerte de miles de personas, que no estamos abocadas a la resignación, que debemos entender el sistema, nuestra posición en él y cómo desde ahí tenemos la posibilidad de influir en el transcurso de los acontecimientos.

Esta pertinencia se fundamenta en que la historia que cuenta la obra es, en cierto modo, real. Y digo en cierto modo porque nada se sabe del encuentro que tuvo lugar en Copenhague entre los científicos Niels Bohr y Werner Heisenberg. Solo que el primero era maestro del segundo, que ambos sabían lo suficiente como para construir una bomba atómica, que Heisenberg estaba a cargo de ese programa bajo el mando de Hitler, mientras Bohr colaboró con los aliados. Que se querían como un padre a un hijo, y que después de ese encuentro no volvieron a hablarse. Lo demás es misterio.

Y con el misterio que nos facilita la realidad juega Frayn para ofrecernos esta oda a la responsabilidad individual, indagando en los conflictos éticos y morales a los que se enfrenta Heisenberg. Frayn toma como propia una de las tesis más extendidas sobre Heisenberg, y es que no construyó la bomba atómica porque no quería proporcionar semejante arma a Hitler. A partir de ahí se desenvuelve este supuesto trazado de posibilidades de lo que pudo haber sido este encuentro. Y digo 'supuesto' porque los personajes (que se sitúan en una especie de limbo post-mortem) parecen tener bastante clara la esencia de lo que pasó. Son los matices los que impulsan el desarrollo de la trama multiversal, no opciones divergentes. Ahí está un poco la trampa de Frayn: el formato de desarrollo cíclico esconde la verdad que él nos quiere contar. No hay opciones divergentes, historias paralelas, hay solo profundización en los motivos de la visita de Heisenberg a Bohr.

El reparto está equilibrado, justo y convencido de lo que hace. Hipólito, como siempre, llena de magia todo lo que toca, dice o hace, mientras que Gutiérrez Caba y Malena Gutiérrez equilibran con energía más terrenal el escenario. El espacio es encantador, una especie de realismo mágico, entre lo interior y lo exterior, que podría pasar completamente desapercibido (lo digo como virtud) gracias al ambiente que se genera con esa iluminación también fantástica. Todo está hecho por Tolcachir con eficacia para que el resultado sea onírico, pero naturalista.

Autor: Michael Frayn. Dirección: Claudio Tolcachir. Reparto: Emilio Gutiérrez Caba, Carlos Hipólito, Malena Gutierrez.

Detalles

Dirección
Precio
17 €
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