Solo el tiempo es capaz de articular genealogías artísticas con precisión. Mientras llega el que todo coloca en su sitio, podríamos afirmar que José Troncoso es el heredero oficioso de La Zaranda. Ese lenguaje kantoriano pasado por Andalucía, el gusto por lo grotesco tradicional y terruñero, un halo de decadencia y un existencialismo que no se sabe si es optimista o pesimista: todo esto lo recogió Troncoso en 'Las princesas del Pacífico' y lo vuelve a hacer aquí con 'Lo nunca visto'.
Digamos de entrada que si de algo adolece la propuesta es de progresión: es el puro estatismo de la vida que nos pasa por encima y luego continúa impasible su camino aquello de lo que habla la obra, y como tal empieza cual termina. Una profesora de teatro y danza para niños retirada le pide a dos exalumnas que preparen con ella un último espectáculo, 'Lo nunca visto'. Una es una yonki, la otra una ama de casa con tragedia a cuestas. Y así, entre las tres, a caballo entre la metateatralidad que nos muestra a los personajes y el teatro que ellos mismos hacen de sus vidas, vamos desgranando la propuesta, llena de conocimiento del oficio teatral.
Las tres actrices están superlativas en construcción de personaje, ritmo y complicidad. Belén Ponce de León y Alicia Rodríguez ya se habían marcado un dueto memorable con 'Las princesas del Pacífico', aquí incluyen en la melodía a una increíble Ana Turpin, o mejor dicho, tan creíble que asusta... La escenografía es eminentemente ambiental (ese telón medio caído), y los únicos elementos realmente imprescindibles son las tres sillas que usan las actrices. Entendemos que los ligerísimos problemas de desplazamiento de la barra de danza se solucionarán en sucesivas funciones (que estamos hablando de teatro); es una pena que algo así ensucie la atención del público.
A quien le interese ver lenguaje teatral de verdad, del que duele un poco y hace risa otro poco, no puede perderse a La Estampida. Estarán solo un mes, ahí lo dejo.
Dramaturgia y dirección: José Troncoso. Intérpretes: Ana Turpin, Alicia Rodríguez y Belén Ponce de León