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Pequeño cúmulo de abismos

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Pequeño cúmulo de abismos
CDNPequeño cúmulo de abismos
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Time Out dice

4 de 5 estrellas

Pequeño gran homenaje a la imaginación y al teatro como espacio para la fantasía sin límites, donde caben igual el sueño y la realidad

Si David Lynch hubiera nacido en el madrileño Barrio del Pilar, se llamaría Cris Blanco. Bueno, igual exagero, pero cualquiera que haya flipado con los endiablados bucles narrativos y los agujeros de guión del director de 'Mulholland Drive', lo traerá a la mente de inmediato mientras se descojona de risa asistiendo a este 'Pequeño cúmulo de abismos' (precioso título, por cierto) que propone la creadora madrileña en la diminuta catacumba del teatro María Guerrero, que ya se convierte en sí misma en un agujero negro por el que se cuelan todas las razones que lleva uno consigo cuando asiste a una obra teatral. 

Todo esto que podría ser inquietante y hasta distópico, se termina revelando tierno y divertido

Para empezar, la pieza dinamita eso que viene llamándose autoficción y eso que viene llamándose metateatro. Y es muy interesante como espectador asistir al derrumbamiento de las propias tesis que uno se va conformando en los primeros minutos de la función. Y así va a ser durante toda la obra, sin dejar nunca de reír. Porque todo esto que podría ser inquietante y hasta distópico, se termina revelando tierno y divertido, pese a que muchos de los giros cómicos los entenderá solo la gente muy cercana al teatro y a sus dinámicas internas, artísticas y de relación con las instituciones que lo hacen posible. 

Todo comienza con un impulso propio de Cris Blanco, que tras 20 años de trayectoria confiesa la necesidad de contar su historia, hablar de su infancia y homenajear a las tres mujeres con las que creció. La convivencia con ellas y habitar el espacio/tiempo humilde y obrero del maltratado barrio de Lacoma abonó su imaginación. Allí aprendió Cris Blanco a inventarse "historias y mecanismos para huir de la realidad de una niña sola transformando la precariedad en ingenio". Y eso es lo que ha hecho siempre y hace en esta obra también, generar con poco mundos insólitos. 

Cada mirada es única y distinta a las demás. Cada uno ve la obra que ve

A ratos desternillante, la obra avanza en un desarrollo cuántico, como si pusiera en escena a la vez algunas de las infinitas posibilidades paralelas que un hecho presenta. Casi como sucede con una obra de teatro y lo que se genera en la mente de cada espectador. Cada mirada es única y distinta a las demás. Cada uno ve la obra que ve. De pronto, dos agujeros negros se unen un momento y se abre un agujero de gusano por el que se fugan las certezas hasta entonces inamovibles. Nos lo dice una mujer nacida en los 80 en un barrio que hoy cotiza al alza cuando entonces era un nido de heroinómanos. Una vida da para muchas realidades. Y para muchas canciones. ¿Otro karaoke? 

Dramaturgia: Rocío Bello, Cris Blanco, Óscar Bueno y Anto Rodríguez. Dirección: Cris Blanco. Intérpretes: Cris Blanco, Rocío Bello, Oihana Altube e Íñigo Rodríguez-Claro.

Escrito por
Carlo Ferri

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