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Poncia

  • Teatro
  • 3 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Poncia
Javier NavalPoncia
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Time Out dice

3 de 5 estrellas

Lolita Flores se mete en la piel de la Poncia de La casa de Bernarda Alba en un monólogo que ajusta cuentas con los personajes de Lorca y reivindica la libertad

No hay mal que por bien no venga. Me explico. Los presupuestos de los teatros públicos van menguando año tras año y la proliferación de monólogos es uno de los síntomas más claros de esta realidad. El propio Teatro Español abrió la temporada con un monólogo, como lo hizo La Abadía también, pero estos monólogos tienen componentes lo suficientemente atractivos como para llenar los patios de butacas, menos mal. Y en el caso que nos ocupa, más allá de poder ver a Lolita sola en el escenario más antiguo de la capital blandiendo la palabra de Lorca, que lo merece por sí misma aun si el presupuesto fuera descomunal, entra en juego otro aspecto de la sociología actual del teatro: el espectador medio en Madrid es mujer mayor de 50, mujer formada, mujer habituada al consumo cultural, mujer inquieta, mujer preocupada, mujer atenta, mujer, al fin y al cabo. 

La Poncia de Lolita es, en lo teatral, un discurso hecho de retales, airado a veces, vengativo

Porque también es necesario reivindicar iconos femeninos no tan evidentes que representen a esas mujeres abnegadas que tuvieron mucho que callar, bien por su posición elevada en una sociedad tradicionalista bien por su posición subalterna, que el machismo ha sido culturalmente transversal como bien sabemos, y sigue siéndolo. Así pues, plantar a Poncia en el centro, sostener desde su discurso alimentado de múltiples voces el eterno lorquiano de la obra más universal del poeta granadino, 'La casa de Bernarda Alba', es un acierto porque trasciende las tendencias y se acuerda de esas otras mujeres que a lo mejor siguen deseando en silencio derribar los muros y dejar que entre el aire fresco de la libertad en sus vidas.

Al final, una vez ajustadas todas las cuentas, Poncia está solo con ella misma

La Poncia de Lolita es, en lo teatral, un discurso hecho de retales, airado a veces, vengativo porque por fin se desahoga con la tirana Bernarda. Ahí están los textos que el propio Lorca puso en su boca y otros que ha pensado Luis Luque para completar el dibujo. Poncia habla con cada una de las mujeres de aquella casa, empezando por Adela, que es solo ya un montón de cenizas. Y habla con Pepe el Romano con meridiana rabia. Y se va quitando capas de ese luto opresor mientras el aire mueve los blancos cortinajes que la envuelven, blancura virginal que va ganando calor y piel, emoción y carne. Al final, una vez ajustadas todas las cuentas, Poncia está solo con ella misma, cada vez más cerca de proscenio, cada vez más cerca de esas mujeres mayores que llenan las butacas del Español y saltan a aplaudirla con el oscuro final y comulgan en la ovación con Lolita. 

Dramaturgia y dirección: Luis Luque (a partir de 'La casa de Bernarda Alba' de Federico García Lorca). Interpretación: Lolita Flores.

Escrito por
Carlo Ferri

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