Los 10 mejores hoteles de Nueva York

La joya de la corona del barrio NoMad derrocha lujo y encanto. Hay comida y bebida de fama mundial creada por los chicos de Eleven Madison Park, una impresionante azotea privada, una Maison Kitsuné y el ocasional espectáculo de magia de Dan White acompañado de cócteles. Además, el hotel destaca por su espectacular diseño. No nos sorprende si tenemos en cuenta que forma parte de toda una familia de propiedades elegantes.

Si buscáis un hotel moderno de lujo en el corazón de Nueva York, el New York EDITION es vuestra opción. Ubicado justo enfrente del Madison Square Park y a solo unos pasos del Flatiron, el EDITION está situado dentro del histórico edificio de Metropolitan Life Insurance. Con una historia tan rica y unas vistas de Nueva York excepcionalmente típicas, una estancia aquí (de cualquier duración) os dejará una huella inolvidable.

Otro hotel de Sean MacPherson que gana un lugar en la lista de los mejores hoteles en Nueva York (no nos podemos olvidar de esta joya del Lower East Side). El Ludlow es la encarnación del vecindario, capturando perfectamente su encanto y decoración, y sirviendo glamour en los restaurantes Carbone y Santina. No te pierdas las vistas maravillosas desde la terraza privada, reservada exclusivamente para huéspedes.

Innegablemente, este lugar es donde la gente 'cool' pasa el rato. El diseño 'mod' se une con la irreverencia chic, lo cual es apropiado, considerando el barrio y sus residentes. Con una planta baja rica en vejetación (no dejes de visitar Narcissa), tienes garantizado deleitarte con grandes vistas desde la habitación o el restaurante. Revisa la aplicación One Night Standard para tarifas de última hora.

La palabra "elegante" apenas logra describir este lugar. Famosos y miembros de la realeza han favorecido este opulento pilar del Upper East Side desde 1930, y el icónico restaurante Rotunda destaca como el epicentro en donde todo pasa. Hazlo a lo grande y quédate en la Tata Suite para una experiencia (y una vista panorámica) que nunca olvidarás.

No hay nada más clásico que el The Plaza Hotel, aún si no te llamas Eloise. Todo lo que hay en este icono de Nueva York exuda el viejo espíritu de la ciudad, capturando la esencia (y hospitalidad) de una era del pasado con un toque de guantes blancos en cada elemento. Las experiencias más destacadas incluyen la hora del té en Palm Court, los tratamientos de spa en Caudalie y, claro, las despampanantes habitaciones y suites.

El hotel de Robert de Niro en Tribeca nunca deja de deslumbrarnos. Desde el acogedor lobby (de hecho, hay una chimenea) y el Drawing Room, hasta el Shibui Spa, exclusivo para huéspedes y, bueno, todo lo demás que la propiedad ofrece; no hay escasez de cariño aquí. Después de tachar todo lo mencionado de tu lista, relájate con una copa de vino y un plato de pasta en el restaurante Locanda Verde, del chef Andrew Carmellini.

Una fábrica fue construida junto al mar en Williamsburg en 1901. Décadas después, el edificio renació como un hotel de 70 habitaciones, que actualmente atrae a su asombrosa estructura tanto a celebridades como a viajeros exigentes. Además de los cuartos, el edificio ahora alberga un cine, un bar y restaurante hermosamente diseñado, un espacio comercial cuidado hasta el mínimo detalle y las vibraciones 'cool' de Brooklyn que tantos persiguen.

El barrio elitista de Gramercy está acentuado por este espectacular hotel, donde algunas de las mejores pinturas desde Basquiat hasta Warhol han colgado en exposiciones para huéspedes distinguidos. Danny Meyer y Nick Anderer dirigen el restaurante italiano Maialino en la planta baja, del lado opuesto del lounge de lujo Rose Bar. No dejes de ir a la hermosa terraza. Puntos extra: cada visita viene con una llave al Gramercy Park incluida.

Este oasis náutico del hotelero Sean MacPherson sigue siendo un faro en Chelsea y, continuando su alianza con Mario Batali para la apertura de su restaurante y piedra angular La Sirena, la propiedad acierta totalmente. Podrás beber cócteles en la extensa carta de Batali en el patio o pedir una botella de vino en tu habitación para disfrutar mientras miras los rascacielos desde tu ventana circular.