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Meridiana
© Maria DiasEnric Montefusco

Enric Montefusco: "Con Standstill era libre hasta cierto punto"

La flauta dulce con la que nos torturaban en el cole no frustró su vocación de músico. Ahora debuta en solitario en 'Meridiana' después de la separación del grupo que lideró hasta 2015

Escrito por
Marta Salicrú
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Cuidado con Enric Montefusco cuando da las gracias. Las que daba en '¿Por qué me llamas a estas horas?', de Standstill, el grupo que lideró entre 1997 y 2015, hacían sospechar; las de 'Flauta man' son claramente envenenadas. Es uno de los temas clave de 'Meridiana' (2016), su debut en solitario. Hablamos de su nuevo disco.

¿De dónde sale la portada de 'Meridiana'?

Es un collage con una foto antigua y una mía arrancada, un juego entre planos, presente, futuro, contexto social... Mi foto está hecha aquí al lado, en una tienda de comestibles que se ha detenido en el tiempo, al lado de mi estudio. Me interesaba la atmósfera, tenía mucho encanto.

¿Y la foto antigua?

Hice un trabajo de investigación y pedí permiso para usarla. No sabía muy bien qué buscaba. Lo detectas cuando lo encuentras. Buscaba fotos contextualizadas en la Meridiana, de los últimos 50 años. Encontré muchas que reflejaban cosas muy parecidas y las he usado, con algunas fotos mías personales mezcladas. No era necesario que el de la portada fuera mi abuelo.

¿Quién es, entonces?

Representa toda una cultura, una manera de ver el mundo, una educación, unos valores con los que yo me he encontrado, para bien y para mal, y que intento enfocar no desde el juicio a las personas pero sí a lo que representan, de dónde vienen y por qué. Intento comprender a estas personas, víctimas a la vez que perpetuadoras de unos valores en los que no creo, y este conflicto me parece interesante.

¿Qué valores?

La abnegación, la alienación, el materialismo, no escuchar, poner por delante de todo el miedo y la seguridad a costa de lo más íntimo que hay en nosotros, de lo que cada uno quiere hacer con su vida.

En 'Flauta man' das gracias por las clases de flauta: las que yo hice en EGB creo que contribuyeron a que ahora no toque ningún instrumento.

Yo soy músico a pesar de las clases de flauta. Nos han introducido en las cosas más importantes de la vida de la peor manera. Nos han echado de ellas, casi. Y la mayoría pagamos un precio altísimo por ello, mucho más de lo que somos conscientes. Yo he ido tomando conciencia de ello con el paso del tiempo.

¿A quién le das estas gracias envenenadas?

Es complicado, porque no hay unos culpables claros, o quizás sí y no lo sabemos. Tampoco me interesa. Todos somos culpables, con cómo nos comportamos con la pareja, los hijos, los amigos, los compañeros... Creo que nuestra misión es, antes de perpetuar estos valores, intentar decidir por qué hacemos las cosas que hacemos.

En '¿Por qué me llamas a estas horas?', de Standstill, también dabas las gracias con ironía.

Estos 'gracias' ponen de manifiesto la baja calidad de nuestras relaciones, es fácil ser irónico cuando la mayoría de nuestras relaciones están basadas en cosas con las que se puede ironizar y trivializar el intercambio que hacemos entre nosotros. Por eso sin quererlo me han salido estos 'gracias' un poco raros.

En 'Todo para todos' no parece que todos nos lo merezcamos todo.

El sentido inicial de esta canción era encontrar lo que no tenemos y que compartimos todos en tanto que no lo tenemos ni lo tendremos nunca, esta cosa por la que luchamos y que no acabamos de conseguir nunca, esto nos une. Caben desde las cosas más íntimas a cosas inculcadas culturalmente, que deseamos y que en realidad no deberíamos desear. Al final encontramos cómplices en base a estas carencias. Me pareció una manera irónica pero también humana de definir qué nos une, aunque sea en negativo.

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La Meridiana es el lugar donde creciste. Vuelves a la infancia, donde ya nos situaste con 'Adelante, Bonaparte'.

'Bonaparte' fue una primera aproximación donde abiertamente trataba la infancia, la familia, las relaciones sentimentales. Por razones vitales, en ese momento, estaba allí: me acordaba mucho de mi padre, pensaba en la posibilidad de serlo yo... Ahora vuelvo a la infancia por otras razones, porque estoy concienciado en decodificar todo lo que han hecho con nosotros para ser una persona más plena. Con cada tema tienes que ir atrás y buscar dónde estuvo el núcleo de esta codificación, cómo la has construido. Seguramente dentro de un tiempo surgirá otro tema y tendré que volver a la infancia.

En directo recuperas la canción que daba título a ese disco, 'Adelante, Bonaparte'. No te cierras a tocar canciones de Standstill.

Tiene mucho sentido tocarla. Y no creo que tenga que dejar de tocar canciones que he compuesto. Sería un error que mi directo se basara en canciones de Standstill y que la gente estuviera esperando eso. Pero si el público las conoce y a mí me apetece tocarlas, porque las he compuesto yo y me siento identificado, ¿qué problema hay?

La canción 'Meridiana' tiene aires autobiográficos, pero usas la tercera persona.

No me interesaba que el disco se entendiese como si explicara mi vida sino la vida del resto. Se llama 'Meridiana', pero podría llevar por título el nombre de muchos de los barrios de Barcelona. En este sentido he hecho algún ejercicio de distanciamiento para que la gente se pueda identificar.

Podría ser cualquier barrio de clase trabajadora del cual la gente hace lo que puede para marcharse el fin de semana: reivindicas las raíces a la vez que admites que a menudo queremos dejarlas atrás.

Una de las cosas que quería transmitir es la poca perspectiva sobre uno mismo, la poca conciencia de clase. A mí me enseñaban las casitas de colores de Singuerlín como si fuera una cosa bonita. Ni yo ni mi familia teníamos conciencia de qué era realmente aquello.

En 'Obra maestra' describes el bar donde pasa la acción de manera muy detallada, como si hubieras estado en él.

Me inspiré en un lugar, pero la entrada del gitano pasó en otro bar. Todo es real, tengo muy poca inventiva. Lo que sé hacer, o intento hacer, es detectar, de los millones de cosas que nos pasan, las que son significativas, y convertirlas en algo comunicable: este es mi trabajo.

Hace años que usas palmas en tus canciones. Ahora, a raíz de 'Obra maestra', se hace evidente que la música popular siempre ha estado en tu bagaje.

Intentas abrir tus referentes y enriquecerte. Evidentemente he escuchado flamenco, me gusta hasta cierto punto y puede haberme influido con las palmas. En este disco me ha interesado especialmente la música popular: la he escuchado más y lo he entendido. Hasta ahora, pensaba que me caía un poco lejos, no entendía su función social. Creo que se refleja tanto en las estructuras, en la manera de componer, en las letras y en la instrumentalización.

¿Es generacional, el redescubrimiento de las músicas de raíz por parte de quienes nos educamos con las músicas anglosajonas?

Del todo. Nuestra generación era la cultura de la MTV, una concepción muy acotada de lo que es la música. El ejercicio que creo que deberíamos hacer todos es abrirnos. Porque entonces descubres... Lo descubres todo. Yo primero dejé de cantar en inglés para hacerlo en castellano, la instrumentalización de rock clásica la fui abriendo... Intento ser libre y conectar mi bagaje cultural con lo que vivo. Es raro vivir aquí y no conocer qué había aquí hace 60 años. Parece que hayamos caído del cielo, o de la tele. Yo del punk y el hardcore me llevé cosas muy interesantes, porque si rascas un poco en el fondo de cada estilo encuentras las cosas que lo sostienen, pero se me quedó pequeño, e intento aprender y crecer.

La apuesta por los instrumentos acústicos de 'Meridiana' es algo por lo que hace tiempo que estabas apostando.

Lo que me pasaba con Standstill es que era libre creativamente hasta cierto punto. Éramos cinco miembros y aún lo estiré bastante. La guitarra eléctrica se reconvirtió en percusión, Ricky Falkner dejó de tocar el bajo eléctrico en el último disco... Yo ya iba avanzando hacia esta dirección, pero éramos un grupo, un grupo que originalmente era de rock. Ahora me he sentido más libre, he contactado con músicos de raíz diferente con los que antes no podía contar.

Incluso de la clásica, como Aleix Puig, uno de los violinistas del Brossa Quartet.

Es un reto pensar en gente que no se conoce, que vienen de tradiciones diferentes, que aportan cosas diferentes y hacerlas pasar por mi filtro. Ese es mi trabajo y no ha sido fácil: me he pasado mucho tiempo buscando el sonido que quería. Aprendes mucho trabajando con gente de tradiciones diferentes. Aleix Puig viene de la clásica, pero Aleix Tobias, de Coetus, ha hecho algunas de las percusiones. Es en este ejercicio de acercamiento donde yo aprendo pudiendo aportar cosas a mis discos, llegando a un punto intermedio que es nuevo y fresco.

El acordeón tiene mucho peso en el disco.

La música popular utiliza instrumentos portátiles y acústicos que se pueden tocar en cualquier lugar. El acordeón es un instrumento autónomo, porque puedes hacer armonía y melodía a la vez. En el disco los ha grabado Xavi Losas, y en directo lo toca Pere Jou (Quart Primera), que también toca teclados, trompeta, guitarra y canta como los ángeles.

La música popular podría reducirse a la voz.

Los coros eran muy importantes. En esto también me fue muy bien Aleix Puig, quien aparte de talento y capacidad para entender lenguajes que no son el suyo, además también canta. Estoy muy bien acompañado.

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Algunas de las canciones de 'Meridiana' se interpretaban en 'Tata mala', el espectáculo escénico que estrenaste en el último Grec. ¿Qué tienen que ver las dos propuestas?

El texto de 'Tata mala' lo ha escrito mi mujer, Diana Bandini, y compartimos la manera de posicionarnos en todo. El disco es complementario del espectáculo: aunque los protagonistas sean diferentes, en el fondo tratan el mismo tema, y las canciones funcionaban muy bien, como contrapunto universal a una historia particular. También tienen en común la estética popular. Son dos maneras de hablar de cosas muy parecidas.

Los últimos discos de Standstill los presentasteis con montajes escénicos, pero con 'Meridiana' te alejas de ello.

He cambiado la política. Hasta ahora mi lucha era intentar integrar dentro del circuito musical una apuesta escénica. Esto me ha dado muchas alegrías y me siento muy contento de algunas de las cosas que he hecho. Pero al mismo tiempo ha sido muy difícil, en cuanto a la energía y la economía. Ha sido una decepción ver la poca predisposición hacia estas propuestas desde la música. Está todo muy compartimentado y los festivales están hechos para algo muy concreto, y si buscas otra, no te valoran, al contrario: es un problema. Era un esfuerzo muy grande y poco recompensado dentro del circuito musical. Podía dejar de hacerlo o reconducir esta inquietud escénica, y he decidido hacer un espectáculo para el circuito escénico y luego seguir con la música según los cánones establecidos.

Los espectáculos de Standstill te han abierto las puertas de este circuito escénico.

Sí, no he empezado de cero: he hecho un espectáculo con 30 personas, muy bien acompañado, y lo he presentado en el festival Grec. Cuando luchas por cosas en las que crees, tarde o temprano esto se recompensa. En este caso ha sido el crédito que me han dado los artistas y las instituciones, creer en mí para hacer un proyecto así. Y eso me ha ido muy bien.

Tu música tiene un elemento catártico. ¿De qué te ha curado 'Meridiana'?

Cada vez que tratas un tema de esta manera lo remueves y sacas a la superficie cosas que están actuando inconscientemente dentro de ti. Hasta que no lo escenificas y lo conviertes en energía, lo no cambias. 'Tata mala' era abiertamente un ritual, y cada vez que hacemos un espectáculo creativo, hay una parte de eso. No lo cura todo, pero es sano ir a los nudos que te hacen daño. Tenemos una forma de ser según la cual todo lo que queremos evitar es lo que deberíamos hacer, porque duele y da miedo. Yo, cuando veo un problema, allá que voy. Siempre estoy en crisis, pero eso me hace sentir que crezco, que no estoy parado, que estoy vivo.

¿Buscando la vida plena a la que cantas en el disco?

Sí, yendo para allá. La vida plena es una quimera. Por culpa de cómo hemos sido educados. Pero tenemos toda la vida para ir hacia allí.

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