[title]
Respetando profundamente su espíritu y siendo fieles a su historia, pero al mismo tiempo dándole un espectacular lavado de cara. Así será la restauración del Museo del Prado, aprobada hace un mes por el Gobierno y que correrá a cargo de los estudios de arquitectura de Norman Foster y Carlos Rubio.
Con el nombre "El futuro en el pasado: el Salón de Reinos", el plan de recuperación de esta emblemática zona del museo quiere dar forma a un espacio expositivo que permita ampliar la presentación de las colecciones. Al mismo tiempo, se pretende que albergue un programa específico de exposiciones temporales complementario al actual y, en última instancia, enriquecer el Paseo del Arte para aumentar la capacidad de atracción del turismo internacional y de los visitantes locales.
“El edificio existente del Salón de Reinos es, junto con el Casón del Buen Retiro, el último vestigio que queda del Palacio Real del Buen Retiro, conjunto erigido entre 1633 y 1639 bajo el reinado de Felipe IV, sobre trazas de Giovanni Battista Crescenzi”, ha explicado el Gobierno en un comunicado. “Le ejecución de este proyecto plantea la rehabilitación del Salón de Reinos y su adecuación al nuevo uso museístico y abarca el entorno urbano inmediato que será transformado dentro de las actuaciones de materialización del denominado Campus Prado, de modo que se facilite la conexión peatonal entre los edificios que componen dicho campus”, apunta el documento oficial.
Pero hay más. Bajo el nombre 'Traza oculta', el plan ideado por Foster y Rubio tiene como eje la creación de un gran atrio de acceso en la fachada sur, otorgándole a este espacio un carácter semiabierto y permeable al exterior, pero suficientemente controlado para que proteja a la fachada original del Salón de Reinos -que data del siglo XVII y de la que se recuperarán sus huecos y balconadas-. Para la apertura de los huecos se llevará a cabo una delicada intervención de manera que la luz del día penetre por la fachada e inunde de nuevo el Salón de Reinos.
Sobre esa fachada emergerá la prolongación de un gran espacio expositivo -con mayor altura y anchura que el actual- en la planta tercera (muy singular por su antigüedad), formándose la cubierta del atrio y una terraza orientada al campus. La cubierta permitirá la entrada de luz cenital en el interior del edificio y, a la vez, contará con paneles solares adecuadamente integrados para hacer así un uso sostenible de la energía.
La ampliación del Prado permitirá añadir 5.700 metros cuadrados más a la superficie total de la pinacoteca, de los cuales 2.600 estarán destinados a exposiciones. Todo ese nuevo espacio permitirá sacar a la luz alrededor de 200 obras más que no se pueden exhibir actualmente. Los trabajos debían haber arrancado en octubre de 2019 coincidiendo con la celebración del Bicentenario de la institución, y se preveía que el proceso tuviera una duración total de dieciséis meses. Sin embargo, la crisis del coronavirus ha retrasado todo el proyecto.