"No será el miedo a la locura lo que nos obligue a bajar la bandera de la imaginación”, decía el escritor André Breton en el primer Manifiesto surrealista, publicado en 1924. Surgidos en Europa, entre la Primera Guerra Mundial y la Segunda, el dadaísmo y el surrealismo son movimientos caracterizados por jugar con los límites de lo racional y la lógica. La tensa situación del período de entreguerras resultó ser una fuente de inspiración para los artistas de la época y sus trabajos marcaron una nueva dirección en el arte del siglo XX.
Desde el 10 de abril y hasta el 15 de julio, podremos ver en el Palacio de Gaviria algunas de las piezas de artistas surrealistas y dadaístas que supusieron una fractura temporal, como la obra de René Magritte Castillo en los Pirineos, un ejemplo perfecto del surrealismo mágico del pintor belga, cuyo título en francés equivale a nuestra expresión ‘hacer castillos en el aire’. Este tipo de pinturas surrealistas conectan con los paisajes oníricos de Dalí, en los que el pintor vertía pensamientos inconscientes sobre el deseo erótico y otras pulsiones, como en el lienzo Ensayo surrealista.
El espacio expositivo está diseñado por el arquitecto Óscar Tusquets quien, además, ha realizado reconstrucciones de dos piezas muy especiales: la espectacular instalación de Duchamp 1200 sacos de carbón, que fue un referente para el arte conceptual que se desarrolló en la década de los 60, y una instalación de Dalí en la que el propio Tusquets trabajó junto al artista, la Sala Mae West, una habitación en la que los muebles y la decoración componen un retrato tridimensional del rostro de la actriz Mae West.
También podremos ver obras clave como algunas de las primeras rayografías de Man Ray, fotografías tomadas sin cámara, con una técnica que el fotógrafo inventó; o el primer retrato de Rrose Sélavy, el alter ego femenino que Marcel Duchamp mantuvo durante años y con el que jugaba a invertir los roles de artista y musa; así como obras de artistas que, si bien no pertenecían al grupo dadaísta o al surrealista, ejercieron influencia sobre estos autores o les tomaron como referencia.
La mayoría de las piezas de la exposición pertenecen a la colección de Vera y Arturo Schwarz, uno de los fondos de arte surrealista y dadaísta más interesantes del mundo. Actualmente es propiedad del Museo de Israel en Jerusalén, especializado en arte de vanguardia, al que fue legado a finales de la década de los 90. De ahí proceden estas obras, que pocas veces se han podido ver en España y que son indispensables para entender la historia del arte.