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La piel que respira

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  • Crítica de Time Out
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Time Out dice

5 de 5 estrellas

A través del uso de biomateriales y de la observación de estructuras orgánicas, Nacho Carbó invita a pensar sobre los espacios que habitamos y su sostenibilidad

En esta segunda exposición individual de Nacho Carbó en la Galería Freijo, el artista reflexiona sobre los lugares en los que vivimos, su construcción y su relación con la naturaleza. Carbó propone observar la naturaleza para encontrar respuestas a nuestro lugar en el mundo. El autor se fija en las estructuras naturales, pero también en sus procesos de construcción, los materiales y su belleza orgánica.

La sensación de estar ante pequeños refugios está presente en toda la muestra

Por esto, muchas de las piezas de la exposición recuerdan a nidos y otros refugios construidos por animales. Es el caso de la espectacular pieza que llama nuestra atención al entrar en la galería, titulada 'Moripod', una palabra formada por la unión de 'Bombyx Mori', nombre científico del gusano de seda, y 'pod', vaina en inglés. ‘Moripod’ evoca la calidez de un nido, a pesar de encontrarse en un contexto desnaturalizado. Esta sensación de estar ante pequeños refugios está presente en toda la muestra y hace pensar sobre nuestra relación con la naturaleza y con las arquitecturas que nos proporcionan – o, al menos, deberían- protección.


Unos pasos más adelante, encontramos la instalación 'Split'. Se trata de una sencilla hendidura en la pared, un pequeño pliegue que casi pasa desapercibido. Un refugio perfecto y sutil, integrado en el espacio, pero no tanto como para no darse cuenta de su existencia. La textura de la obra recuerda a estructuras realizadas por animales y, sin embargo, no podemos dejar de ver su parte más humana.


Carbó ha trabajado con materiales biológicos manipulados que ha desarrollado en su propio taller

En 'La piel que respira' Carbó ha trabajado con biomateriales, materiales biológicos manipulados que el artista ha desarrollado en su propio taller, como biofilms a base de almidón de yuca o maíz o biocelulosas a partir del hongo de té chino o kombucha, que ha combinado con fibra de coco, rafia, junco o cera de abeja, de tal forma que las obras son la culminación de un proceso artístico pero también la promesa de un futuro más sostenible.

Escrito por
Irene Calvo

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