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Lee Friedlander
Foto: Lee Friedlander, cortesía de Fraenkel Gallery, San FranciscoPaul Tate, Lafayette, Luisiana, 1968

Las tres Américas del fotógrafo Lee Friedlander en la Fundación MAPFRE

Retratos, naturaleza, urbanismo: la Fundación MAPFRE acoge un recorrido por la obra fotográfica del artista americano que viaja por Estados Unidos a través de los años

Time Out en colaboración con Fundación MAFPRE
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Al contemplar todo lo que Lee Friedlander ha retratado a lo largo de su vida, en un primer momento, nos puede parecer que estamos delante de un mundo cotidiano, reconocible y cercano. Pero cuando nos paramos a reflexionar sobre ese día a día retratado, esa sencillez humana y social, su obra cobra un significado distinto, completo y lleno de ironía y reflexión.
La exposición 'Lee Friedlander', comisariada por Carlos Gollonet, que podremos ver hasta el 10 de enero de 2021 en la sala Recoletos de la Fundación MAPFRE, es un recorrido por esa cotidianidad fotográfica a través de la extensa obra del artista americano. Un recorrido que nos lleva por las diferentes caras de una América retratada desde los años sesenta hasta nuestros días.
En su obra, Friedlander contrarresta los ideales de la práctica moderna mirando hacia la cultura popular en busca de inspiración. Una práctica muy parecida a la de los artistas pop, rompiendo las representaciones tradicionales y mostrando un repertorio banal lleno de yuxtaposiciones, ideas y humor.
Continuad leyendo, porque os explicamos más detalles sobre la obra que podréis contemplar en la Fundación MAPFRE de uno de los artistas fundamentales del siglo XX.

Un país pop
Foto: Lee Friedlander, cortesía de Fraenkel Gallery, San Francisco

1. Un país pop

En los años sesenta, Friedlander llegó a Nueva York y, desde entonces, no ha parado quieto ni un momento, siempre con la cámara en mano y viajando por todo el país retratando la inmensidad y el caos de la sociedad americana.
De esta época destacan especialmente los retratos de músicos de jazz, de la vida y la cultura, de la música y de lugares tan vibrantes como Nueva Orleans; únicas fotografías de color en su carrera por tratarse de encargos comerciales.
Aunque, sin duda, sus trabajos más conocidos de los años sesenta fueron aquellos que retrataban objetos, que unían elementos del día a día como un televisor y una camisa y de los que, con su aparentemente insignificante relación, surgían obras irónicas y llenas de humor.
Es el retrato de una sociedad costumbrista y protagonista de una revolución pop, con elementos como los televisores, presentes en todas las casas norteamericanas de aquella época.

Un país al desnudo
Foto: Lee Friedlander, cortesía de Fraenkel Gallery, San Francisco

2. Un país al desnudo

Entramos en los años setenta y Friedlander deja atrás la yuxtaposición de objetos para mostrarnos rincones y monumentos de distintas ciudades de Estados Unidos. Unas imágenes de fotografía documental que también podréis ver en sus retratos, autorretratos y desnudos que se alargan hasta los años ochenta.
Pero, a diferencia de lo que se podría pensar en un primer momento, sus obras más personales e intimistas, como los autorretratos y los desnudos, no son fruto de un objetivo narcisista ni esconden detrás una carga psicológica e introspectiva; son, simplemente, una muestra más de la vida cotidiana. Los cuerpos son tratados como cualquier objeto más dentro de una composición.   

Un país de escaparate
Foto: Lee Friedlander, cortesía de Fraenkel Gallery, San Francisco

3. Un país de escaparate

El artista creció en las montañas del Oeste de Estados Unidos, probablemente la razón por la que en gran parte de su obra podemos encontrar naturaleza, paisajes y campo, además de retratos de zonas industriales, herramientas, maquinaria, trabajadores y sus condiciones laborales. Todo, con un toque crítico y centrado en las personas, sus rostros, sus acciones.
A partir de los años 2000, con una nueva cámara de medio formato en mano y al volante de su coche, Friedlander viaja por los cincuenta estados del país retratando calles, edificios y escenarios de un gran número de ciudades desde un encuadre que a cualquier persona le resulta cercano y familiar: el interior del coche, con las ventanillas vistas desde dentro, como si de un cuadro se tratase.
Y, en 2012, vuelve a pisar las calles de ciudades como Nueva York o Los Ángeles rescatando su viaja Leica de 35 mm y centrándose en el consumismo. Pero no como una crítica explícita a esta práctica sino como una reflexión a los escenarios que presenta: escaparates de maniquís como si fueran modelos, viandantes que se reflejan en ellos y grandes edificios. 
Aunque nos quede lejos geográficamente, estamos acostumbrados a vivir muy de cerca la sociedad americana a través de la cultura y los medios de comunicación. Ahora, la Fundación MAPFRE y las miradas de Friedlander nos traen una nueva perspectiva alejada totalmente de cualquier tipo de idealización, con el toque costumbrista del artista que hace que toda situación pueda ser propia.

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