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Nahuel Pérez Biscayart
Nahuel Pérez Biscayart en una escena de '120 pulsaciones por minuto'

Entrevistamos al protagonista de '120 pulsaciones por minuto'

"El personaje es valiente, pero la enfermedad siempre ganaba", nos cuenta el actor argentino Nahuel Pérez Biscayart, que encarna a un chico seropositivo en Francia a principios de los 90

Escrito por
Josep Lambies
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París, principios de los 90. La epidemia de sida se extiende entre los jóvenes de Francia, más que en ningún otro país de Europa. Las farmacéuticas se llenan los bolsillos con el negocio de la esperanza. Este es el escenario de '120 pulsaciones por minuto', de Robin Campillo, una película de ritmo incombustible sobre la militancia y el activismo de unos tiempos de pánico. El argentino Nahuel Pérez Biscayart se pone en la piel de un chico seropositivo, miembro fundador de Act Up, que entrega su cuerpo a la lucha diaria mientras la enfermedad lo va consumiendo. "La perspectiva de la muerte es, para él, la urgencia de vivir", dice el actor.

La prisa por exprimir cada segundo de un tiempo que se agota. Las reuniones de la asociación, en un aula llena de gente que chasquea los dedos como muestra de consenso. Las acciones de protesta, con globos de sangre falsa y silbidos intermitentes. "Estuvimos revisando grabaciones de las asambleas de Act Up de la época, para impregnarnos de la teatralidad, de la intensidad de los gestos, de las maneras que el colectivo tenía de relacionarse, siempre enérgico", explica Pérez Biscayart. "Había discusiones, sí, pero también una necesidad de acompañarse los unos a los otros que estaba por encima de todo".

Querían hablar de un momento histórico, pero aún era más importante explicar la energía de la época, cuando el VIH era una ruleta rusa y había que estar al pie del cañón. "Tanto el director, como el productor y el guionista fueron militantes de Act Up en los años de su nacimiento –cuenta el actor–, y querían que nosotros, los actores de la película, nos apropiáramos de su lucha desde un punto de vista de generación". Se trataba de llevar el pasado hacia el presente, de dar sensación de inmediatez, filmando la movilización, la masa en activo abriendo puertas a codazos, saltando vallas, pisando con la fuerza de un ejército de tierra.

Pero también están presentes otros sentimientos: la pérdida, el duelo, el miedo. La micosis en los labios, el sarcoma erosionando la piel, las plantas de los pies llenas de heridas. "El personaje es valiente, pero la enfermedad siempre ganaba", dice Pérez Biscayart. Es el chaval sonriente que aparece en el cartel de la película, con el pelo desteñido y el brazo levantado, bajo una lluvia de confeti. Una sonrisa a veces insolente, otras cínica, o cariñosa, o colérica. Una sonrisa que poco a poco veremos cómo se debilita, en una cama de hospital. Tras su éxito en Cannes, donde se llevó el Gran Premio del Jurado, '120 pulsaciones por minuto' llega a nuestras pantallas.

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