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El ángel

Lorenzo Ferro, un John Dillinger con rizos dorados y pistola caliente

“Se cree un actor de cine y un icono de moda, de esos que fuman y a cada pipada podrías sacarles veinte portadas para la 'Rolling Stone'”, cuenta de su personaje el protagonista de 'El ángel'

Escrito por
Josep Lambies
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Un John Dillinger con rizos de oro, un niño terrible con andares de ídolo pop. Así es Lorenzo Ferro, el joven actor argentino que en 'El ángel' interpreta la vida criminal de Robledo Puch, que a principios de los 70 saltó a la fama como el delincuente más sanguinario de la historia de Buenos Aires. “Se cree un personaje de cine y un icono de moda, de esos que fuman y a cada pipada podrías sacarles veinte fotos de portada para la 'Rolling Stone'”, cuenta. Os podéis imaginar la película como un 'Bonnie and Clyde' homoerótico, con asalto a joyería, escena de baile y pistola caliente.

Nos encontramos en la plaza Pedro Zerolo, en un banco donde da el sol de frente. Lorenzo lleva una gorra negra ladeada, bajo la cual se advierte el reflejo de un mechón rubio. Dice que Luis Ortega, el director, le pidió que actuara tal y como es en la calle. “Yo siempre fui muy rebelde y en el colegio las profesoras me odiaban porque no dejaba de hinchar los huevos. Ese era el espíritu”. También explica que es el letrista y cantante de un grupo de rap que sacará su primer disco antes de acabar el año.“Hablo de cosas que me han pasado, por ejemplo hay un tema que se llama 'Yo estrellé el coche de mi padre el Día del Padre', que es tal cual sucedió”, espeta.

En 'El ángel' se da ese aire de efebo pirómano, de adolescente descamisado al filo del peligro. “Yo lo pensé siempre como una mezcla entre un negro del Bronx y un gato que se escurre en todos los huecos, así, lánguido”, describe. En sus gestos de Lolito pistolero se insinúa también un duelo sexual latente, lleno de morbo. Ahí está ese momento en el que Ferro le cubre el pene a Chino Darín con una montaña de diamantes robados, y después le lanza el humo del cigarrillo, casi eyaculándolo. “Es la historia de un tipo que vive al margen de todo, que no respeta nada, y que busca la libertad con tanta fuerza que termina pagando con ella”, avisa. Si Gainsbourg se levantara de la tumba le dedicaría una canción. 

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