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Restaurante Horizontal
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En plena sierra de Madrid: así es el histórico restaurante familiar donde termina el asfalto y empieza el bosque

Terraza bajo los árboles, chimenea encendida y comedor clásico en un espacio singular cerca del monasterio más famoso de Madrid

Gorka Elorrieta
Escrito por
Gorka Elorrieta
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Su historia se remonta a principios del siglo XX. Fue una casa forestal que se convirtió en merendero aprovechando el manantial de excelentes aguas de la zona. Hay preciosas fotos antiguas en las paredes del restaurante que dibujan sus cambios a lo largo del siglo pasado. Ahora, en manos de los mismos propietarios desde 1992, es un lugar perfecto si buscar comer en la sierra de Madrid con toda la familia. Si no queréis subir dando un paseo, cuentan un gran espacio de aparcamiento a unos metros del edificio.

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Eso sí, si queréis encontrar una mesa en sus comedores interiores (tienen dos plantas) para un fin de semana, os recomendamos llamar con cierta antelación. Si no hay hueco, podéis ir pronto (sobre las 13.00) y hacer el aperitivo o improvisar una comida a golpe de compartir raciones en su terraza al aire libre. La carta es distinta al restaurante bajo techo pero el servicio es igual de atento.

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Aquí, a los pies del monte Abantos pero por encima del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, se acaba el asfalto y empieza el bosque. Este es el escenario que exhibe el restaurante Horizontal, un lugar que admite cualquier plan (incluso grandes eventos privados). De hecho, aquí quien viene a comer con ropa de domingo y quien apaña un almuerzo después de una buena ruta senderista. Y hay un tercer grupo que termina bajando la comida con un paseo por la bonita pista que sale a escasos metros del establecimiento y que no requiere esfuerzo alguno. 

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Sus dueños mantiene una imbatible calidad-precio sustentada en un recetario tradicional pero bien ejecutado, en una buena selección de la materia prima (como la carne que pasa por su parrilla o las piezas de pescado) que se despliega a lo largo de dos cartas distintas. Ya lo hemos dicho. No es lo mismo su snack bar que sus mesas con mantel pero en todo hay rigor.

Puedes venir para disfrutar al sol de unos calamares a la andaluza, unos callos o unas albóndigas pero también puedes darte un homenaje con familia o amigos echando mano de un arroz con bogavante, de contundentes platos de cuchara o de lo que salga de las brasas: chuleta, entrecot, chuletillas de cordero... Y para pasarlo todo, hay también bastantes etiquetas. Siendo como es un lugar clásico, vas a encontrar botellas de las grandes bodegas de Rioja y Ribera pero también algunas otras D.O. y contadas referencias de generosos y champanes si te tienta darte un capricho en plena naturaleza, en mitad de la montaña.  

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