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Hay una pastelería en Chamberí que es (casi) monoproducto. Acaba de cumplir dos años de trayectoria y sus vitrinas son un imán para todos los vecinos del barrio, especialmente si son/sois francófonos o francófilos. Porque el dulce del que hablamos tiene origen francés y cuentan que es un viaje de ida a la infancia de nuestros vecinos galos. Se llama choux à la crème. Se trata de una masa muy muy ligera que va rellena de crema pastelera o nata montada (aquí unen mascarpone a la nata). Porque también hace versiones sin relleno que se llaman chouquettes.
Es tal el éxito de Santana Choux que no solo recomiendan reservar con cierta antelación si vas a acabar visitándoles, digamos, por la tarde a comer/comprar esto o aquello (elaboran cada pieza a diario y luchan contra el desperdicio... por eso cuando se acaba un producto, se acaba) sino que Annabelle, pastelera y propietaria, anda estos días de estreno. Ha abierto un segundo local en pleno centro. Tras consolidar su propuesta en Viriato, 37, sus postres (con toppings especiales según la temporada; se corona con una ganache, una crema de fruta o un praliné) llegan a un puesto en el conocido mercado de Antón Martín.
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La fórmula es simple. Huevos, agua, leche, harina y mantequilla. Pero exige mucha técnica (ella se formó en la reconocida escuela Ferrandi de París). La pastelería es milimétrica o no es. Y son estos famosos pastelitos franceses, crujientes por fuera y cremosos por dentro, los que acaban de desembarcar en Lavapiés. Si queréis sorprender a los postres en las comidas domésticas de esta Navidad, esta pista os interesa. Vais a quedar muy bien con todos porque os podéis montar una caja con más de media docena de sabores diferentes. Ah, y hacen tartas personalizadas de diferentes formas (torre, número o letra) y tamaños (entre 18 y 30 choux) combinando los sabores que quieras.
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