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La exposición de Roy Lichtenstein en 5 claves

Escrito por
Josep Lambies
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Ya os hemos contado que la Fundación Canal de Isabel II acaba de inaugurar, a bombo y platillo, la exposición 'Roy Lichtenstein, posters', un recorrido por la producción cartelística en la obra de este ídolo del pop art. Que nadie se imagine un despliegue impresionante de grandes lienzos, como los que podéis ver en el MoMA. Es una muestra de pequeño formato, menos exhaustiva de lo que aparenta, y aún así merece la pena visitarla. Aquí os contamos por qué.

1. La esencia de la vida cotidiana. Los maestros del pop siempre defendían que ellos practicaban un arte realista. Warhol, por ejemplo, ejecutaba la serie de las 32 latas de Sopa Campbell como quien pinta el escaparate de una tienda de ultramarinos. Y los collages de Richard Hamilton, tales como el mítico 'Just what is it that makes today's homes so different, so appealing', no dejan de ser un acopio de recortes de las revistas más compradas en la América de los 60, es decir, fragmentos de ese universo que contituía el día a día de los estadounidenses. A pesar de sus colores flamantes y de sus líneas expresivas, Lichtenstein consideraba que su obra era un reflejo de la vida cotidiana, algo más rutinario de lo que aparenta.

2. Héroes de viñeta. En aquel entonces, los cómics y los cromos salpicaban las colchas de las camas en los cuartos de los niños americanos. Por eso, esa faceta de Lichtenstein que todos conocemos, la que se acerca al tebeo y la historieta, es una consecuencia de la cultura de masas, algo que pertenece al día a día. En 1961, cuando apenas se estaba dando a conocer, Lichtenstein pintó 'Look Mickey', cuadro en el que se ve al Pato Donald sujetando una caña de pescar cuyo anzuelo se le ha enredado en la parte de atrás de la camiseta. La exposición hace referencia a esta obra, aunque por desgracia no esté en su recorrido. En cambio, sí veréis un cartel belga en el que aparece Tintín sentado ante un cuadro de Matisse.

 3. Promocionando el mundo del arte. Muchas de las piezas que vemos en 'Roy Lichtenstein, posters' son litografías promocionales que diseñó para distintas galerías de arte. En los años 50, cuando todavía no había saltado a la fama, trabajó en la New York University como profesor de diseño industrial, y poco a poco se fue consolidando como grafista. Él se definía como un artista pragmático. Por eso, muchas de sus obras servían a fines publicitarios. A principios de los 60, su amigo Allan Kaprow le presentó al galerista Leo Castelli y así empezó una prolífica colaboración con el mundo de los museos y las salas de exposiciones. La imagen del hombre queso se creó para una muestra de la Ace Gallery de Los Ángeles en 1978.

4. El naranja y el amarillo. Hay un detalle biográfico que vale la pena mencionar: en 1943, Lichtenstein fue llamado a filas y tuvo que combatir en Francia y en Bélgica. Eso tiene una influencia en sus viñetas de aviones estrellados y explosiones aéreas. Todos reconocemos las series litográficas de Lichtenstein por esas tramas de puntos que usaba para rellenar las superficies, siempre con una paleta de colores ultrasaturados. Mirad, por ejemplo, el primer plano de la chica de 'Crying girl', con su cabellera rubia, sus labios rojos, sus uñas lacadas. Imaginaos el efecto que crea esa gama cromática en representación del humo y el fuego.

5. El artista comprometido. Aunque durante casi toda su carrera Lichtenstein se mantuvo al margen de la política... hasta la recta final de su vida. En la última sala del recorrido veréis dos carteles impresionantes. Uno, 'Against Apartheid', es un grito contra la segrefación racial. El otro, 'Dukakis 88', es un poster en el que apoya a Michael Dukakis, candidato del Partido Demócrata, en las elecciones de 1988 que finalmente ganaría Bush padre. Los acompaña otra obra que representa el Despacho Oval, en la que Lichtenstein nos advierte del liderazgo de una nueva generación. Murió en 1997, sin imaginar que un día Trump se haría con la silla presidencial. 

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