En pleno barrio de Malasaña, junto al teatro Barceló, se encuentra Aredna, el restaurante libanés que supone el estreno en solitario del cocinero Ahmad Ismail, biólogo especializado en inmunología que decidió cambió de sector y de vida profesional. Tras aprender y trabajar en las cocinas del grupo La Ancha, inició su andadura como empresario hostelero con este local.
El restaurante, que ocupa un local en esquina, cuenta con un interiorismo que transporta al mediterráneo, en el que los tonos arena y tierra son protagonistas con la madera, la rafia y algunos detalles de esparto como texturas y materiales protagonistas en mobiliario y decoración. El local cuenta con un espacio de barra y un gran salón comedor con mesas para pequeños grupos, parejas y una gran mesa central, todas ellas sin mantel y decoradas con motivos vegetales. La iluminación juega a favor del espacio, creando una sensación de calidez e intimidad en cada una de las mesas.
La propuesta de Aredna se estructura a la carta y reúne la esencia de la cocina libanesa tradicional: desde la clásica ensalada fattoush, fresca y perfectamente aliñada, que elabora con lechuga viva, hasta los tradicionales mezze, platillos y aperitivos pensados para iniciar la comida y compartir al centro de la mesa. Entre ellos, varias opciones vegetales bien trabajadas y muy variadas entre sí: berenjena rustida con tahini y miso y labné de hierbas, uno de los platos estrella de la casa, zanahoria dorada a fuego vivo en mantequilla, con tahini de pistacho y sésamo, o la coliflor en texturas, plato original que combina esta verdura asada y encurtida sobre una base de crema ahumada de berenjena y remolacha.
No faltan, por supuesto, los hummus clásicos (entre los que se cuelan versiones con guiños a la culinaria española, como el que se acompaña de chistorra y piparras o el que se sale del canon tradicional e incorpora solomillo, para una mezcla más inesperada) ni la muhamara, la crema para untar elaborada con pimiento y que es original de Siria. En este apartado se encuentra un plato característico de cualquier bar madrileño, las patatas bravas. En este caso, al estilo libanés, con emulsión de ajo, guindilla y cilantro.
Aredna cuenta con un apartado amplio de carne entre sus principales, dentro del cual son un acierto las brochetas de pollo taouk con ali-oli y pepino encurtido, el cordero lechal con yogur cítrico, menta, pepino y piñones o los contramuslos de pollo de corral marinados en 7 especias árabes. Si se prefiere, y los comensales tienen ganas de probar y compartir, también se pueden degustar diferentes platos de barbacoa libanesa en un mix que incluye solomillo, contramuslo y pollo taouk. Cada plato se acompaña con pan de pita libanés, con el que el comensal puede montar cada bocado en la proporción y tamaño que prefiera.
Y en la sección dedicada a los postres, elaboraciones dulces tradicionales para amantes del postre, dada su contundencia. Entre ellos la kunafa de queso con pasta kataifi, con azafrán y helado de mantequilla tostada o los shoaybiyet, bocados crujientes y rellenos de crema de ricotta, azahar y pistacho muy similares al baklaba. Más ligeros y algunos, muy originales, sus helados (de mora, yuzu, mantequilla tostada, aceite de oliva…).
En un ambiente de clientela local e internacional, informal pero con un punto elegante, el servicio en Aredna termina de redondear una buena experiencia, con un personal de sala que destaca por su amabilidad y por trabajar con buenos tiempos entre platos durante la comida.