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La apuesta por la tradición italiana es el punto fuerte de estas heladerías, que comenzaron su andadura en 2003 y hoy en día son un clásico entre los madrileños. Con un obrador propio, elaboran los helados artesanalmente, con mucho mimo y paciencia, y utilizando solo productos naturales. Cuentan con una oferta de helados de soja sin lactosa ni azúcar muy ligeros y una pequeña variedad de helados salados con sabores como crema de gazpacho, de queso azul o de aceitunas verdes. También tiene sorbetes muy ricos.