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Il Posto

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Time Out dice

3 de 5 estrellas

“El sitio donde saborear Italia”, reza Il Posto desde que uno hace la búsqueda en Google para verificar su teléfono o dirección. “El sitio donde se come bien, se ríe a menudo y se ama mucho”, arranca la presentación en su web. Risas y jaleo hay, seguro, porque un martes por la noche está a tope. No es demasiado grande, eso ayuda, aunque tampoco pequeño y funciona también muy bien esa estética como de cocina de la “mamma”, de salumeria tradicional, de la casa de la “nonna” siciliana en un pueblito del sur. Es más, parece que comes allí mismo, que picoteas mientras esperas que la abuela termine el plato en los fogones.

Hasta ahí, el último concepto de Esteban Arnáiz (el mismo creador del desaparecido Le Cocó, El Columpio o Fellina) funciona y apetece. La carta, ídem: tiene buenas intenciones. Arranca con tablas de embutidos y quesos italianos de aperitivo, algo que recomienda el amabilísimo y animado personal de sala, sigue con clásicos “antipasti”, “focacce” rellenas con acentos de Bolonia, Parma o Calabria; pastas y pizzas, entre napolitanas y romanas, entre airosas y crujientes, que van desde la margarita reglamentaria o la frita de Nápoles a otras como la de burrata o la cinco quesos.

Comenzamos, en temporada, con unas alcachofas carbonara repletas, de nuevo, de buenas intenciones pero que llegan completamente frías a la mesa. No casa aquí el intento de hacer la salsa de manual, sin nata. El resultado es el huevo mal esparcido sobre la verdura a la brasa a la que le faltan bastantes grados de temperatura. Quizá mejor haberse decantado por las clásicas berenjenas a la parmesana o el vitel toné. Los gnocchi con salsa gorgonzola, traídos a la mesa dentro de una rueda de pecorino y espolvoreados con un “pesto” de nueces están, sin embargo, muy ricos. Quizá les sobre algo de cocción pero componen un plato recomendable. Si no hay hambre para terminar una pizza hay un breve capítulo de carnes y pescados de entre los que se puede elegir la eterna milanesa. Siendo fino y sabroso el filete, el empanado resulta basto y se desprende completamente de la carne. No obstante, si se tiene antojo, cumple.

Entre los postres, tiramisú, panna cotta o los cannoli sicilianos. El primero aprueba al comerlo pero es terrible en presentación. ¿Como en casa? Tal vez. El dulce llega revuelto y esparcido en el plato. Buena intención, una vez más, en los vinos. La carta es breve, correcta para un lugar sin grandes pretensiones como este, e italiana al 90%. Se agradece el punto didáctico en un negocio que no busca condecoraciones, solo ser un lugar amable, joven, correcto y asequible para lo que es Madrid: el ticket medio puedd no superar los 30 euros.

Escrito por
Andrés Galisteo

Detalles

Dirección
Bravo Murillo, 27
Madrid
28015
Transporte
Canal (M: L2, L7)
Horas de apertura
De do. a ju. De 13 h a 00 h . Vi. Y sa. de 13 h a 02 h
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