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En esta tradicional casa, fruto del saber transmitido de generación a generación y con el cariño como estandarte, su propietaria, que se pasó de la política a los fogones, ensalza la cocina soriana desde la pasión y el trabajo. Además de la preciada trufa negra, estos días llegan a su despensa espléndidos ejemplares de hongos y setas de su provincia. Todo casero, cuidado, notable y con decoración añeja para clientela conservadora. Se disfruta pero lo pagas.