A veces, las mejores decisiones requieren de una siembra progresiva de ideas para, un día, transformarse en realidades palpables, en frutos maduros. Tras mucho tiempo de conversaciones y esbozo de ideas, los hermanos Massimino, ideólogos de Lina, han apostado por crear un concepto de establecimiento en el que comer bien, beber bien y sentirse como en casa. El local, que lleva el nombre de su abuela y a la que rinde homanje, cuenta con una oferta gastronómica que mezcla culinarias y resulta en un mestizaje de sabores que destaca por su originalidad en el panorama "fusión" madrileño.
En el barrio de Almagro, Lina se encuentra en un local con doble escaparate a la calle Fernando el Santo. Al cruzar su puerta, se percibe en cada detalle el mimo y cuidado que los hermanos Massimino ha volcado en este proyecto: desde el interiorismo hasta la vajilla (el aperitivo se sirve en un juego de café de la propia abuela Lina), pasando por el producto y palpándose en el trato y el servicio.
Patricio Massimino cocinero profesional, ha trabajado en medio mundo, recogiendo influencias y mediterráneas y caribeñas que une a sus raíces argentinas y saca a relucir en la composición de sus platos. Su hermano Diego sabe cómo elevar la experiencia del cliente y tiene vocación de cuidar hasta el más mínimo detalle. Además, su apuesta conjunta por Salvador Ortiz como jefe de sala es un acierto. Responsable de orquestar el baile de platos que llegan progresivamente a las mesas, organizar la barra y coordinar al resto de camareros, Ortiz lleva a cabo su tarea con una dedicación remarcable.
En Lina, la carta se estructura en 'Raíces', 'Esencia' y 'Recuerdo', que corresponden a entrantes, principales y postres, diseñada en versión digital con fotografías (e incluso vídeos) y descripciones precisas, para que el comensal pueda ver antes de degustar y convencerse de su comanda habiendo visto previamente cada emplatado. Su contenido, que cambia con la temporada, genera nuevas propuestas continuamente. En ellas, unos espárragos blancos de Navarra pueden convivir con mejillones, escabeche de coco y reducción de jugo de pollo y jengibre, los guisantes repelados con calamar a la brasa y tupibambo y los mini canelones de pato y foie con gelatina de moscatel, cebolleta china y brotes con toque picante. Entre los principales, su best seller es la costilla de angus elaborada durante dieciséis horas a baja temperatura y terminada con cremoso de eddos, zanahoria ahumada y encurtida y demi-glass de ternera y tamarindo. Elaboraciones que emplean y mezclan ingredientes de aquí y de allá, equilibradas tanto a nivel de texturas como de sabores.
Si no perdonas el dulce, su apartado de postres caseros como el membrillo con ruibarbo y cremoso de mascarpone y el tradicional baba au rhum con crema montada a la vainilla y ron añejo no falla. En el apartado líquido, una selección de vinos diseñada junto a Alex Pardo, mejor sumiller de España 2023, que reúne referencias nacionales, pero también argentinas (en este caso, de priorizando pequeños productores). Además, Lina cuenta con una incipiente oferta de cócteles, en versiones con y sin alcohol. Por último, y para tomar nota: el restaurante cuenta con un menú ejecutivo, 'Lito', que se sirve entre semana, de martes a viernes.