La cocina libanesa tiene un nuevo estandarte en la capital en el que probar y combinar una gran variedad de platos. La oferta de Onoé se presentan en una carta que invita a elegir y mezclar distintas elaboraciones, algunas de ellas también por medias raciones, y a convertir la mesa en un espacio de descubrimiento.
Onoé es más un bistró que un restaurante, con un servicio del todo informal, aunque correcto, en un ambiente relajado y que transmite mucha tranquilidad. Ubicado en el barrio de Salamanca, el interiorismo del establecimiento está diseñado desde un prisma que se alinea totalmente con la identidad culinaria de su propuesta gastronómica. Profundamente mediterráneo, predominan tonos teja, blancos y beige, con muebles hechos a medida para el espacio y un olivo, que recibe al comensal cuando entra por la puerta.
Calidez y serenidad a partes iguales en un local repartido en dos estancias principales, una primera sala en la que además de las mesas para dos personas se encuentra una barra dispuesta en dos mitades -una para el pase, la otra para degustar en formato de mesa compartida- y otra sala, en la que hay mesas de mayor capacidad. Además, ofrecen su servicio de comida en formato delivery, para pedir desde casa.
Para comenzar, remarcable su ensalada Fatush. Llega servida en un generoso bol al que se puede añadir burrata (por un suplemento de 5€), aunque dada la frescura y profundidad del aliño la realidad es que en su versión original resulta perfecta. En el apartado de mezzes, el equivalente en las culturas árabes y griega a nuestra idea de platillos o raciones para compartir que se sirven al centro de la mesa, imprescindible probar alguno de sus untables, entre los que destaca el hummus, que puede acompañarse con diferentes extras, como carne picada, chorizo, solomillo o pulpo. Mutubal, muhamara o labne son otras opciones, todas ellas servidas con pan libanés. Para seguir, alguna de sus croquetas (Kibbe), ya sean de carne o vegetales, de calabaza. Rollitos, empanadas y falafel completan esta variada sección en la que lo difícil es dejar de señalar apuestas apetecibles.
En el siguiente plano, virando hacia los principales, los shawarmas se presentan en formato de tacos y en raciones de dos unidades, a elegir relleno entre carne de ternera, pollo o pato. Este último, si bien encaja perfecto con las salsas que lo acompañan, presenta una textura un poco seca, ya que en esta versión la carne se cocina en pequeñas tiras y pasa por la brasa. En el apartado de parrilladas, variedad de carnes y pescado elaboradas en brochetas, servidas por parejas y acompañadas de verdura. La mayoría de ellas pueden pedirse por unidad y merece mención el kebab de carne de ternera y cordero, cocinado en el punto perfecto, logrando un punto de jugosidad ideal. Como en los mezzes, el arroz libanés y las patatas fritas se abren a acompañar la comanda.
Y antes de pensar en cuándo regresar a Onoé, una baklava memorable, no excesivamente dulce, crujiente a rabiar y servida en una ración de tres porciones, perfecta para el cierre. Merece una mención su apartado dedicado a la bebida, con una selección de marcas y estilos muy trabajada y que incluye arak, el destilado de corte anisado tan popular en Líbano como en otros países vecinos de la zona, aquí presente en distintas versiones y se sugiere en carta con distintos acompañamientos en función de su perfil de sabor. Cerveza y sidra libanesa también están disponibles, para los curiosos que quieran salir de la zona de confort conocida de cualquiera de estas dos bebidas. Como dato: ¡también admiten reservas para eventos en grupo!