¡Atención! Nos esforzamos para informar con precisión, pero estos son tiempos inusuales, así que comprueba siempre antes de salir.

Restaurantes de cocina española con reserva online
Hacemos una selección de restaurantes de cocina española en Madrid en los que puedes reservar mesa online
¿Quién puede negarse a un jugoso pincho de tortilla o unas croquetas caseras a cualquier hora del día? La gastronomía española es la mejor del mundo y eso es un hecho. Estos son algunos restaurantes donde podrás saciar tu apetito con platos de lo más castizo reservando mesa a un solo clic.
Sa Brisa
Así como hay dos Ibiza, tenemos dos Sa Brisa; uno en la isla y otro frente al Retiro (que huele a Mediterráneo si cierras los ojos frente a su bullit de peix). Y también hay dos líneas –lo puro y la fusión– que se entrelazan buscando la armonía en carta y el gozo camino del estómago. Esther y Pere emocionan con una espardeña rellena de sobrasada a la vez que sorprenden con el pan chino de porc negre o un fotogénico hot dog.
Los Caracoles Casa Amadeo
No es un sitio bonito pero es la parada post-Rastro más popular. Sus especialidades incluyen, cómo no, caracoles en salsa, codillo de jamón, callos a la madrileña y zarajos, un clásico entre los clásicos de Madrid. De los que nunca fallan si te gustan las tabernas con carácter y comidas de las de antes.
Clarita
A orillas de la cacareada zona de Triball, este restaurantito suele llenarse los fines de semana por la enorme afluencia de gente que visita el barrio. Aquí puedes arrancar la noche picando algo o reservando mesa para una cena informal. Ofertan una veintena de platos que van de una crema de temporada al risotto de hongos o el pulpo a la brasa.
La Gabinoteca
Hasta chefs con estrellas Michelin paran por este local de tapeo lúdico pero con sentido y producto. Un sitio que no defrauda, un éxito ya consolidado (de hecho, la propuesta ha salido fuera de nuestras fronteras, han abierto sucursal en Atenas) y apadrinado por la solvencia del chef Nino Redruello (La Ancha y Las tortillas de Gabino). Dosis de creatividad dentro y fuera del plato para ambiente distendido –idóneo para compartir con amigos-. Un lugar que se convierte fácilmente, parafraseando al cantautor Antonio Vega, en el sitio de tu recreo.
Orio
Local de una exitosa cadena hostelera de origen vasco. Siempre hay gente. Sin duda, una opción interesante si estás de compras por la zona. Tiene una barra rebosante de pintxos (decenas de opciones según la temporada) y un espacio superior preparado para quienes prefieren comer más tranquilos y a la carta en sus largas mesas corridas.
La clave
En amplios dos pisos (y una terraza) se divide su oferta que se sustenta en el recetario más tradicional, en ese aire de guiso casero, en los platos de cuchara. Su propuesta gastronómica recorre el país de norte a sur. El viaje arranca en unas delicias de merluza de pincho de Celeiro, hace parada en un cocido madrileño (cuatro vuelcos) y termina en berenjena a la miel de caña. Pero cada uno puede montarse el viaje a su manera. Hay verduras navarras, torreznos sorianos, paella valenciana, cochinillo segoviano. En la maleta, buenas materias y una bodega generosa, más de medio centenar de referencias. En el piso bajo, que han llamado El Secreto de Velázquez, la carta se perfila más hacia el tapeo con una una selección de tostas y raciones. Busca ser un punto de encuentro para los afterworkers de la zona, para quienes busquen esa primera copa. Este espacio programará catas y showcookings y está abierto a presentaciones y eventos privados.
La Penela
La vieja escuela de las casas de comida no suele fallar. Este restaurante, abierto hace casi una década, mantiene su compromiso con la buena mesa, con la tradición (gallega) y las mejores aptitudes. No busquen aquí intimidad. Es más bien una magnífica opción para celebraciones y grupos amplios y, además, el lugar reclama la actualización de su interiorismo. Su ternera asada es un clásico en una carta con pescados y mariscos de la tierra. Y esos platos bien rebañados son la mejor evidencia de la fama que ostenta su poco cuajada tortilla de Betanzos, quizás el entrante estrella. Tienen otro local en Velázquez 87 y preparan comida para llevar.
Urrechu Velázquez
Íñigo Urrechu (Pérez, en realidad) sigue ampliando su cartera de locales y regresa ahora desde Pozuelo al centro de Madrid, donde ya estuvo hace más de dos décadas en El Amparo. Sigue, también, rindiendo homenaje a sus orígenes, a ese pueblo al que hace referencia el nombre de sus restaurantes y su apodo, tomado casi como apellido natural. Abierto a finales de 2017, Urrechu Velázquez da un pequeño paso adelante en cuanto a lo cosmopolita, incorporando algunos toques de fuera en ingredientes y pequeños aderezos. Pero que nadie se asuste o emocione, sigue siendo lo que era, sigue siendo un clásico. Actual, pero clásico. A esa ligera renovación de aires, que no es que se echara en falta pero que nunca sobra si se lleva a buen cabo, ayuda el amplísimo local, ex Nodo, que guarda gran parte de los detalles estéticos de su último morador, The Hall, muy a lo “lounge”, versátil como para una comida de negocios o una cena en pareja, moderno, cómodo, acogedor y sofisticado. De los fogones siguen saliendo grandes estrellas de la casa, “fueras de carta” como esos huevos fritos con su puntillita, patatas, jamón y angulas al ajillo; esa ensaladilla rusa; esa otra de bogavante, vinagreta de su propio jugo y cebolleta trufada que la asidua clientela exige que no falte. También hay novedades varias. Íñigo incorpora exquisito atún rojo, por ejemplo, marinado con soja y a la plancha, con ñoquis, o en un delicioso tartar con caviar y originales aceitunas rebozadas. O una lubina que puede que os
Chigre
Como proyecto asturiano que es, el tamaño importa. Ni las croquetas (deliciosos ejemplares de jamón y caldo de ave) se libran. Su comedor vale bien para una reunión de negocios (de chuletón o merluza de pincho) pero apuestan por la barra, mesas altas y bajas donde sirven dos iconos norteños, diestra fabada y correcto cachopo, y donde el rabo de toro (sección guisos) y los calamares (tapeo) no fallan.
El Jardín de Orfila por Mario Sandoval - Hotel Orfila
Hotel de lujo + chef de estrella Michelin = acierto seguro. El Jardín de Orfila triunfa. Desde que Mario Sandoval asumiera la dirección gastronómica del Relais & Châteaux Orfila y pusiera todo su know how a funcionar al servicio del deleite de los clientes y gastrónomos, este oasis en pleno centro de Madrid se ha convertido en un destino imprescindible de todo foodie que se precie. Recordemos, Mario Sandoval es el chef y genio tras los fogones de Coque, que ahora tenemos la suerte de tener en Madrid. Pues bien, esta alianza entre dos grandes ha dado lugar a una propuesta atractiva para madrileños y turistas. La experiencia allí es redonda. Cuando llegas al Orfila, te dan paso a su bar para tomar un cóctel de bienvenida, acompañado de un pequeño aperitivo, ideal para despertar el apetito. De allí, pasarás a la sala. Clásica sí, pero también elegante a rabiar con mantelería de hilo fino, bajo platos de plata y atención exquisita. En la mesa, la oferta pasa por pedir a la carta o decantarse por un menú preestablecido, ya sea el degustación o el gastronómico, más amplio en pases de platos. Sandoval ha creado una oferta seductora en base a las mejores materias primas, recuperando sabores tradicionales, pero también incorporando parte de las técnicas actuales. Emulsión de gachas con ibéricos y caviar Osetra, milhojas de foie y queso con compota de manzana o principales como la lubina salvaje al horno con pimientos de cristal confitado, tomate rosa y chips de ajo y la suprema de pi