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El ángel exterminador

  • Teatro
  • 3 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
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Time Out dice

3 de 5 estrellas

Autor: Luis Buñuel. Versión: Fernando Sansegundo. Directora: Blanca Portillo. Intérpretes: Cristina Plazas, Inma Cuevas, Víctor Massán, Dani Muriel, Alex O’Dogherty, Raquel Varela, Juan Calot, Alberto Jiménez y Juanma Lara, entre otros.

Era un reto, pero no era una locura. Llevar una película de Buñuel al teatro y no morir en el intento, la más teatral de las películas de Buñuel: ‘El ángel exterminador’. No era una locura porque se ha escrito una ópera recientemente basada en este título y Broadway prepara ya el estreno del musical de Stephen Sondheim (‘Follies’, ‘Into the Woods’, ‘Sweeny Todd’) que fusiona esta con otra película del director maño: ‘El discreto encanto de la burguesía’. Así que Carme Portaceli, directora del Teatro Español, no tuvo una ocurrencia disparatada al encargarle este montaje a Blanca Portillo. Pero era un reto que, evidentemente, le ha salido buñuelesco a la directora, aunque sin alcanzar escénicamente la cota de genialidad que alcanzó él cinematográficamente.

Tal y como está el teatro en Madrid, esta es sin duda, por los medios puestos en juego, la gran superproducción de la temporada. Un grupo de 20 actores y actrices solventes y un despliegue escenográfico muy interesante. Te sientas en la butaca y ya están pasando cosas, aunque la función tardará en arrancar. Así que te entretienes mirando los detalles del decorado: una campana en lo alto, como parte de la casa en la que van a suceder las cosas, una enorme reproducción del hombre de las cavernas de Banksy con su combo de comida basura, una jirafa enorme, kitsch a más no poder, como los dos dálmatas de porcelana… Luego entran los protagonistas y viendo sus ropas, más que alta sociedad, parecen nuevos ricos.

Portillo avisó de que llevar sin más la película al teatro era absurdo. Había que mirar la metáfora que encierra con los ojos del teatro y abordarla con las herramientas del teatro. Sin embargo, parece mucho más fiel al original de lo que cabría pensar. Lo realmente potente es la situación. A cualquiera que le preguntes por ‘El ángel exterminador’ te dirá: sí, claro, la peli en la que un grupo de gente se queda atrapada en una casa sin poder salir durante días sin que haya un motivo aparente. Todo lo que pasa fuera de la casa carece totalmente de interés o, si lo tenía, aquí no se transmite. Y apelar al surrealismo para explicarlo tampoco, porque más parece caricatura de lo que podría ser surrealismo.

Lo interesante –y sí, esto es claramente subjetivo- es la pesadilla y su valor teatral es extraordinario. Siempre que un detalle técnico no te lo joda. Y aquí, la reclusión de los actores en ese cubículo de cristal microfonado, lastra la recepción de los diálogos, hay demasiadas cosas que no se entienden bien. Si para los tiempos del teatro de cerca ya estaba lejos la acción de la primera fila de espectadores, este detalle técnico la aleja todavía más. Sin embargo, se disfruta (a ratos) el exagerado deterioro de la burguesía, una vez que su discreto encanto se desvanece como el polvo del maquillaje a la mañana siguiente. Y si se disfruta es gracias, exclusivamente, al arduo trabajo de los intérpretes. Nadie brilla, porque es coral, pero todos hacen un trabajo correcto, excepto algunas salidas de tono incomprensibles.

Así pues, el montaje vale más la pena por lo que supone de revisión y actualización de una idea genial, por pensar de nuevo en quiénes componen ese grupo de personas y por qué no pueden salir de ahí. Vale la pena entretenerse en adivinar las intenciones que tuvo Buñuel e imaginarlo riéndose en su tumba a mandíbula batiente porque en esa pesadilla estamos todos, buscando motivos para ser lo que realmente somos pero posponiéndolo siempre. No sé si en los años sesenta existía el concepto de zona de confort, pero no hay nada mejor para explicarlo que ‘El ángel exterminador’.

Escrito por
Álvaro Vicente

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