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Forever

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  • Crítica de Time Out
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Time Out dice

3 de 5 estrellas

La compañía Kulunka vuelve a demostrar la excelencia en su manejo del teatro sin palabras, aunque en esta ocasión a través de un relato de dudosa universalidad

La compañía Kulunka lleva más de una década combinando espectáculos de texto con el teatro de máscaras silente. En esta última modalidad escénica han conquistado medio mundo con sus dos anteriores trabajos: 'André y Dorine' y 'Solitudes', dos magníficas obras que se te agarraban fuerte al corazón y a la memoria y que han cosechado éxito en los múltiples países donde se han mostrado.

El trabajo gestual y con las máscaras sigue en la senda de la excelencia acostumbrada

En esta tercera tentativa, 'Forever', el trabajo gestual y con las máscaras sigue en la senda de la excelencia acostumbrada, y además el dispositivo escenográfico confiere una gran potencia al espectáculo, con una plataforma giratoria y tres escenarios que van mutando para seguir la narrativa de la pieza, en un doble juego de tío vivo y espiral que lo mismo genera situaciones cómicas que subraya lo terrible que también pone en juego el relato. El problema es, precisamente, el relato elegido, la sustancia que han pensado idónea para contar lo que querían contar. 

¿Y qué querían contar? ¿De qué habla esta obra? De muchas cosas, muy lícitas y necesarias en estos tiempos: el amor y su desgaste, la falta de empatía, la incomunicación, la educación, la paternidad y la maternidad, la sobreprotección, la violencia, la inclusión social de personas con diversidad funcional, la institución familiar tradicional, el bullying, el suicidio juvenil… hay una gran ambición temática y reflexiva en la pieza, eso es indudable, pero la historia está llena de estereotipos heteronormativos que dibujan un callejón sin salida, porque parece que, con la escena final, solo hay una única forma de reconducir una situación vital desbordada que va sin freno hacia el desastre. Cuando todo parecía dispuesto para la tragedia, vuelve el hombre de la casa, suena la música, sube la luz, y acaba la función. ¿En serio? 

Cuidado con la verdad que pones sobre el escenario

Está claro que, como dicen los propios responsables del montaje, esta es una historia como cualquier otra para explicar cómo una familia puede alejarse de lo que soñó que sería, pero la que han elegido es esta donde un hombre y una mujer se conocen, deciden casarse, tener un hijo, tenerlo, sobreprotejerlo y, a partir de ahí, desarrollar el cuento con un hombre que busca la complicidad con su hijo a través del fútbol, con una mujer que nunca tiene ganas de tener sexo con su hombre, que se revuelve fastidiado en la cama y apaga la luz, que acaba por largarse y dejar a la madre sola, a la que se termina dibujando como una histérica obsesionada por la nueva vida de su ex y que terminará apaleada por un hijo insensible que nunca ha podido conseguir que sus padres le escuchen y opta por una solución drástrica para su vida. Claro, este tipo de realidades existe, por supuesto, pero cuidado con la verdad que pones sobre el escenario, porque lo mismo quieres denunciar algo y terminas por afianzarlo. 

Dramaturgia: Edu Cárcamo, José Dault, Garbiñe Insausti e Iñaki Rikarte. Dirección: Iñaki Rikarte. Intérpretes: Edu Cárcamo, José Dault y Garbiñe Insausti

Escrito por
Carlo Ferri

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