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Teatro de La AbadíaLa colección
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Reseña

La colección

3 de 5 estrellas

Vuelve el Mayorga más filosófico en una obra que nos brinda la oportunidad de disfrutar del mítico actor José Sacristán, que sigue en plena forma a sus 86 años

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Time Out dice

Es probable que 'La colección' pase a engrosar la lista de los grandes textos dramáticos escritos por Juan Mayorga, Premio Princesa de Asturias de las Letras, Académico de la Lengua en la RAE y director artístico del Teatro de La Abadía, pero por encima de todo, sabueso de las palabras, de su composición y de sus significados. Es posible que cada espectador o espectadora que acuda a esta obra se lleve una lectura particular que identifique de manera personal qué hay detrás del símbolo que da título a la pieza, porque esa colección de la que no se deja de hablar en 80 minutos que dura la obra, solo está así, enunciada, no presente, no materializada. Y el final del montaje, que no vamos a desvelar, no hace más que aumentar esa posibilidad subjetiva de que cada uno imagine en su cabeza qué diablos es esa colección. Ese es un gran atractivo de la obra.

Juan Mayorga va alcanzando en sus textos esa compleja sencillez de los genios

Juan Mayorga va alcanzando en sus textos esa compleja sencillez de los genios. Nos presenta a dos ancianos que tienen algo de tanto valor que ha sido el vertebrador de sus vidas, por separado y en relación uno con otro, que ha conseguido que sigan juntos hasta la muerte al mismo tiempo que peleaban. La pelea, el conflicto, ese ingrediente principal de lo teatral, es la colección misma, es el objetivo que protagonista y antagonista se disputan como destino final. Y no es que estos dos ancianos sean uno protagonista y otro antagonista. Ni siquiera lo son los otros dos personajes. Es el conflicto en el que entra el ser humano frente a la finitud de la existencia y frente a la sensación de estar dejando o no algo para un mundo en el que ya no estarán. Héctor y Berna no han tenido hijos, tienen una colección. Pero su colección no se vende, solo se entrega a alguien como ellos. Y para eso están allí Carlos y Susana, para ver si son dignos merecedores de esa herencia. 

Es una obra que se vive incandescente al principio cuando se genera el misterio

Es un placer ver en escena al histórico José Sacristán, eso está fuera de toda duda, y Ana Marzoa no se queda atrás, les dan con poco una gran personalidad a sus interpretaciones. Algo más desdibujada está la Susana de Zaira Montes y un tanto insignificante el Carlos de Ignacio Jiménez, pero no por los actores, sino porque es como si la dirección se hubiera olvidado de ellos. Pero el problema no es tanto las interpretaciones, sino el ritmo del montaje, que en ocasiones se hace muy plomizo. Es una obra que se vive incandescente al principio cuando se genera el misterio, pero donde el interés va decayendo ante un tono monocorde y se echa de menos algo de ruptura o crescendo. Una vez más hay que decir que los textos de Juan Mayorga necesitan otra mirada para su montaje, encontrar un director o directora que los aborde desde un lugar externo y con intenciones que difieran, completen y enriquezcan la visión del autor.

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