Este texto de Lucas Hnath fue originalmente comisionado por la compañía South Coast Repertory, y se estrenó simultáneamente en California y en Broadway. Consiguió una nominación a los premios Tony a mejor dramaturgia, y la actriz que interpretaba a Nora, Laurie Metcalf, ganó el Tony a mejor actriz protagonista. Con estas credenciales, 'La vuelta de Nora' debería ser uno de los acontecimientos de la temporada.
Pero no acaba de serlo, y no tiene que ver con la producción española. Aitana Sánchez-Gijón es la Nora perfecta, una mujer madura, bella, inteligente, feminista, independiente y libre. Ella es capaz de transmitir todo eso en escena casi sin abrir la boca. El Torvald de Roberto Enríquez se hace querer, a pesar de una más que dudosa elección para la presentación de su personaje. María Isabel Díaz Lago es una Anne Marie estupenda, con la que resulta fácil empatizar. Y qué decir de Elena Rivera, con una presencia y una credibilidad que le auguran una larguísima carrera sobre el escenario. Incluso la elección escenográfica, arriesgada, con algunos momentos de utilización discutible, gana visualmente por el encanto de esa perspectiva forzada.
Los diálogos de Hnath son vivaces, tienen ingenio, dicen verdades... El 'pero' hay que ponérselo al motor dramático de la acción. La excusa para que Nora regrese (que Torvald jamás se divorció de ella) presenta varios puntos flacos durante la función, algo que nos daría igual si se quedase en eso: una excusa para propiciar los encuentros, los diálogos, los conflictos emocionales. Pero el desarrollo posterior desemboca en un momento en el que Nora parece caprichosa e inconsistente, y si algo hay que cuidar en este espectáculo es, precisamente, la coherencia feminista de Nora, su madurez, su sabiduría. Como público hemos de realizar una interpretación generosa del personaje para que nos deje de caer mal: el lapso temporal en el que está planteado la acción no sostiene su cambio de parecer. Si en 'Casa de muñecas' a Nora la salvaba un gesto, en su vida posterior tiene que ser su comportamiento y su discurso lo que nos encandile.
Que una mujer ocupe el lugar de enunciación en un espectáculo (dramaturgia, dirección) no tiene por qué ser garantía de una perspectiva violeta; pero que un conjunto de hombres aprovechen la ola feminista para hacer un espectáculo feminista sin mujeres en lugares de enunciación debería hacernos saltar la alarma. El montaje merece la pena, no se lo pierdan.
Texto: Lucas Hnath. Dirección: Andrés Lima. Intépretes: Aitana Sánchez-Gijón y Roberto Enríquez