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Los bufos madrileños

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  1. Los bufos madrileños
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3 de 5 estrellas

La Compañía Nacional de Teatro Clásico rescata el fenómeno de la ópera bouffe importada desde Francia en el siglo XIX por el empresario Francisco Arderius

Hay momentos históricos convulsos en los que, de pronto, florecen formas artísticas ligeras, las que buscan claramente el esparcimiento, suspender la razón para dar rienda suelta a la risa diáfana, limpia, sin tropezones. El periodo de entreguerras en Berlín vivió la explosión del cabaret, por ejemplo, y antes la Francia del XIX, en la que se sucedían imperios, revoluciones y repúblicas, alumbró, de la mano del músico Jacques Offenbach, un género lírico cómico conocido como teatro de los bufos (no confundir con la ópera bufa italiana del XVIII). La España decimonónica no se quedaba atrás y en los últimos 30 o 40 años de aquel siglo, entre pronunciamientos, revoluciones, golpes de estado y restauraciones monárquicas, un avispado artista y empresario (mejor en lo segundo que en lo primero) llamado Francisco Arderius, se trajo a Madrid eso de los bufos parisienses. 

Un teatro que básicamente era cachondeo

La Compañía Nacional de Teatro Clásico aparca por un tiempo el teatro barroco para homenajear a aquel visionario y a ese género que está en el origen del teatro de variedades, el género chico, el astracán y la revista, que hasta casi el final del siglo XX han seguido ahí. Lo de Lina Morgan o lo de José Luis Moreno, sin ir más lejos, hunden sus raíces en el teatro de los bufos. Un teatro que básicamente era cachondeo, coger los géneros serios, el drama romántico, la ópera trágica, y darles la vuelta como a un calcetín para hacer chanza de sus convenciones. Y un poco toda esta lección de historia es lo que escuchamos al principio de esta obra que ha dirigido con pulso firme Rafa Castejón en un ejercicio pelín arqueológico, pero tratado con cuidado y con la suficiente dosis de actualización como para seguir divirtiéndonos en nuestro tiempo. 

Este Tenorio es un tanto afeminado, cobarde a mucha honra y graciosón

Tras el prólogo teatralizado, pues, arranca una obra ejemplo de lo que se solía ver en el teatro de los bufos madrileños, un híbrido de teatro y lírica, zarzuelero y gamberrete, bajo el título de 'Los órganos de Móstoles', sobre un padre viudo con tres hijas ya mayorcitas a las que pretende casar a la vez para quitárselas de encima por fin. Pone un anuncio, aparecen tres prendas, cada cual peor, y luego está el vecino, que se llama don Juan Tenorio (y que interpreta el propio director, Rafa Castejón), pero que parece el reverso del mito seductor machirulo. Este Tenorio es un tanto afeminado, cobarde a mucha honra y graciosón. Las tres hermanas quieren rollo con él, ante el panorama preparado por el padre. Un lío. Todo el elenco canta, recita octosílabos para aburrir y saca lo mejor de su vis cómica, pero Chema del Barco, Natalia Hernández y Paco Déniz brillan especialmente.

Versión y dirección: Rafa Castejón. Intérpretes: Rafa Castejón, Chema del Barco, Natalia Hernández, Clara Altarriba, Eva Diago y Paco Déniz, entre otros.

Escrito por
Carlo Ferri

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