Diàlegs de la mirada

Digámoslo de entrada. La Fundación Suñol tiene una de las mejores recopilatorios de arte contemporáneo de la ciudad. Digámoslo, también: ya hace tiempo que la Suñol dedica una planta de su edificio a mostrar elección de obras de su propia colección... ¿Culpa de la crisis? Esta vez la excusa lleva por título 'Diálogos de la mirada'.
Las obras están reunidas en torno a secciones que nos ayudan a reflexionar sobre diversas cuestiones relativas al hecho artístico y el diálogo que se establece con el hecho perceptivo. Mirar: vemos o nos ven? Tapar: cubrir para hacer visible? Valor: de lo poético a lo político. Pero nada de esto serviría si las obras no tuvieran ningún interés. El juego de las correspondencias maneja las neuronas del visitante como si fueran la bola de un milloncete cuando descubre por triplicado el rostro de Stravinski bajo la lente de Richard Avedon, haciendo la esquina con un Joan Miró de tres cuartos inmortalizado por Man Ray. La magnificencia esquizofrénica de Zush no asusta la dulce indiferencia de las coloridas geometrías de Max Bill. Lo mismo ocurre con el durísimo laconismo de Pellús Irazu enfrentado a los gritos y estridencias de Millares. Y pañales de un primigenio Jordi Colomer que juega con el lenguaje del constructivismo, contrastan con Plensa haciendo lo mismo con un resultado material diametralmente opuesto, con un libro transparente que recuerda la visión hamiltoniana de Duchamp. 'Extra Ball'?
Sí. En la Suñol tenéis que ir a hacer volar palomas. Del título y la propuesta no es necesario que haga caso. Porque de mirada, al igual que de opinión, todo el mundo tiene una. Pero las piezas de calidad, en arte contemporáneo, no abundan.