La Barcelona urbana

Si hay algún bar aglutinador de la movida skate, es el Nevermind Raval; en pleno eje skater por excelencia, Plaza Universitat/ Macba, fluye la cerveza barata, los graffitis en la pared y un hilo musical de skate-punk y stoner a todo trapo. Lo más importante: dispone de una pista de skate, un half-pipe de tamaño respetable hecho de cemento puro, donde estaba el almacén del bar anterior. Haciéndose socio –trámite gratis, instantáneo– se patina por la cara, tarde y noche.
¡Y la decoración es un mosaico de tablas rotas de skate! “Somos el único cementerio de tablas de Barcelona”, explica su propietario, mientras recuerda cómo lo nutrieron: “Le pedimos a la gente que nos trajera su tabla a cambio de cuatro cervezas”. ¡Al abrir tuvieron que regalar 4.000 cervezas! Un consejo: embobaos con las exposiciones de arte urbano enrejadas tras la puerta.

Desde 1993, la sala Jamboree es la única de Barcelona que programa una sesión de hip-hop y R&B cada noche de la semana. A las doce se acaba el jazz en vivo, y Dj Yoda y sus invitados pinchan novedades u organizan noches temáticas de hip-hop de todas las épocas. Aunque no hacen sets en vivo, el programador de la sala, Ramon Sos, explica que después de un concierto pasan los músicos por la sala para pinchar. Y con un micro abierto “es habitual que hagan de las suyas”. Algunos habituales son Mucho Muchacho y DJ Lírico. Y si utilizáis promociones en las redes sociales, de domingo a jueves se accede por unos míseros cinco euros.

Así como no hace muchos años había tiendas con un nutrido fondo de hip-hop, actualmente la mayoría de las ventas se hacen por Internet. Sí, es triste, pero la exuberancia de la compra física ha muerto. Pero no desesperéis: todavía encontraréis un catálogo de novedades actualizado en la FNAC (Pl. Catalunya, 4), una pequeña selección cuidada en Discos Paradiso (Ferlandina, 39) y un buen fondo histórico de hip-hop en Discos 100 (Escorial, 33), el último pistolero de las tiendas de discos extensivas que se mantiene en pie en Barcelona. Qué paradoja: la música es omnipresente, y cada vez cuesta más encontrar una tienda por la calle.

Ya pueden decir de Pantone, que los de Montana no se quedan cortos inventando colores. Si sumamos los agujeros de la pared (que no los sprays) salen las 300 referencias de las que se sirven grafiteros y cada vez más diseñadores y decoradores. A un lado de la tienda está la galería y, en el otro lado, el bar que hace de amplificador de los nuevos talentos de la cultura del graffiti. Pero volvemos a la tienda: no paséis de largo por delante de las camisetas de firmas locales potentes, como Laser y Hero Kid, las revistas 'Goodfellas' y 'Graffiti Art', y el encapuchado de los brasileños Os Gemêos. Esto si que no se repinta.

Otros veteranos, los del Ferlandina. Reivindican que son 'old school', que les van las tablas de skate grandes y anchas, las que firman como Hey Ho Let’s Go! y las de Rata, The Barrios, Warriors y Anties. Las Banana Board –las madres de las Penny australianas– y los long boards son personajes secundarios, explica Maxi Santapa. Desde su reducto han visto como se llenaba la plaza del Macba, y de allí les llegan chavales a quienes enseñan a ajustar la tabla, pero siguen reivindicando “el lado B de la escena skate”, más cerca del barro que de la escena fashion.

Tabla de skate inservible es casi un oxímoron desde que empezaron a trabajar los de Reskate hace tres años. Pulen la madera de tablas viejas, les dan la forma que imperaba en los años 70 y 80 y la dejan en manos de ilustradores y artistas plásticos, para que jueguen. No son los primeros que hacen arte en los bajos del skate, pero son los que convertirán vuestra tabla en pieza de museo si alguna vez decidís que ya está bien de trucos. Si preferís convertirla en guitarra, visitad a los luthiers argentinos Skateguitars.

Mutt, la librería de Juanjo Fernández, es también un lienzo perfecto y ahora lo habitan las criaturas de Keis. Conecta con Krizia Robustella, que comulga con la cultura del hip-hop, y ha convertido las paredes de su KR Store Backyard (Montsió, 6) en un lugar de referencia para artistas urbanos. Podréis acabar de alimentar el alma en galerías como Mútuo (Julià Portet,5) y Miscelänea (Guàrdia, 10).

Su nombre lo dice todo: aquí encontraréis las 'sneakers' –la bamba de toda la vida, convertida ahora en objeto de diseño y de deseo, en edición limitada– que llevan de cabeza a la juventud urbanita de medio planeta. En vez de las recurrentes montañas de deportivas hasta el techo, aquí el zapato se expone con ánimo museístico, con pedestales y aire: unas Vans Marc Jacobs o unas Adidas Stan Smith importadas de Japón. Puerta con puerta, la tienda Opium expone el futurismo barroco de la línea de calzado deportivo Nike Air Jordan.

Vuestro corte de pelo no es convencional: apostáis por las barbas bonitas, los tupés y el skin fade. Si además sois fan de los utensilios y el masaje retro, pedid hora en Krispy Cuts Barber Shop, un espacio a medio camino entre la barbería y la tienda de ropa que comparten Ale, viejo conocido de Cream, y Marte, de Nasty Project.