Al Raval llegaron ondas expansivas de la explosión de Beirut de agosto de 2020. La catástrofe convirtió en escombros la coctelería Electric Bing Sutt (uno de los 50 mejores bares del mundo). "Tres días después, bares amigos de todo el mundo, de España a Japón, recaudaron 40.000 euros y pudimos montar una nueva coctelería en Beirut, el Dead End Paradise", explica emocionado el libanés Jad Ballout.
En la primavera del 2023 abrió el Dead End Paradise en Barcelona, junto a la arteria coctelera de Joaquín Costa. El nombre remite a Beirut: "Allí la vida puede ser un callejón sin salida, con inflación y bombas, pero la gente sale, bebe y baila", explica. El Dead End del Raval es precioso: antes era el bar heavy Mojito Rock, estamos en una pequeña nave industrial horizontal, llena de franjas de tigre y metal. Tiene poca ceremonia: mientras espera los tragos, la gente se sienta en los taburetes, en los rincones, en la escalera de caracol que lleva a una pequeña boîte insonorizada.
Y de una barra abierta salen guiños líquidos a la ciudad que los acoge. Como un cóctel de pan con tomate líquido, con vodka y whisky de malta, infusionado con pan clarificado. Dulce por un toque de tomate y graso para el aceite de oliva. Una delicia, como Icy Pink: ¡hecho con un jarabe de churros y horchata! La carta tiene fotografías de relieve que simbolizan los ingredientes de cada copa.
