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El 'Piccolo Grande Amore' de Jordi Costa

Jordi Costa rinde un peculiar homenaje low cost a la canción italiana de los 60 con 'Piccolo Grande Amore', que se puede ver en abierto en Vimeo

Escrito por
Time Out Barcelona Editors
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Monsieur merde, aquel sedicioso duende irlandés de 'Holy motores' que iba como un poseso comiéndose las flores del Père-Lachaise, es poco menos que un héroe de la masa: es mi héroe. Cuando he visto aparecer a Ignatius Farray de Museo Coconut con calcetines rosas de medio tobillo, slips blancos y abrigo de invierno, caminando con un bastón sesgado en la pantalla del ordenador, me ha venido a la cabeza, con su espalda parabólica y las ropas verdes. Y he sentido la necesidad imperiosa de llamar a Jordi Costa, el hombre que en 2003 hizo historia en Barcelona con el comisariado de la exposición 'Cultura basura: una espeleología del gusto' en el CCCB. Porque Ignatius Farray es el protagonista de su primera película, 'Piccolo Grande Amore'. La podéis ver en Vimeo, en abierto.
'Piccolo Grande Amore' es un peculiar homenaje low cost a la canción italiana de los 60, a los tiempos de Patty Pravo y Mia Martini, y también a aquel momento en que Mario Bava puso en marcha la tradición del giallo con 'La Ragazza che sapeva troppo' . "Todo empezó un verano en el que mi mujer y yo íbamos de vacaciones en el coche escuchando un CD de los grandes éxitos de Claudio Baglioni", me explica, a modo de captatio benevolentiae de una playlist espectacular: arranca con una versión a capella de 'L'Importante è finire' de Mina Mazzini, y termina con 'L'amore è bestia, l'amore è poeta'. "La verdad es que nunca había tenido vocación de cineasta, y mira que llevo tiempo haciendo de crítico". Hace cosa de un año atrás, durante la presentación de 'Los huerfanitos de Santiago Lorenzo', oí decirle que de pequeño el alucinaba que alguien fuera capaz de hacer un silbato con sólo un hueso de melocotón. Él también se ha salido: 'Piccolo Grande Amore' también está hecha con un zapato y una alpargata.

¿Por qué ahora? "Recibí por e-mail el manifiesto de Little Secret Film y pensé: o ahora o nunca". Se refiere a un decálogo radical para tiempos de crisis que desafía a los aspirantes a cineasta sin dinero a rodar una película en 24 horas. "Sabía que hiciera lo que hiciera, metería la pata, así que limitarlo a un día me iba bien: no tendría tiempo de cometer mucho errores", dice Jordi. Yo, en cambio, le he encontrado más aciertos que otra cosa. Mirad si no al gran Ignatius Farray, díscolo profeta del subsuelo, visionario sin oficio ni beneficio y gran adorador del repertorio de estrellas patrias italianas. "Es curioso: la primera vez que reunimos el equipo al completo fue el día de la premiere de 'Holy motors' en Madrid-me cuenta-. Pero la verdad es que yo ya tenía pensado el personaje mucho antes de ver la peli de Carax ". Mi corazón es grande: hay lugar para un segundo héroe, versión trash.
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