Autora: Carmen Domingo. Dirección: Carme Portaceli. Con: Miriam Iscla, Maika Makowski, Sol Picó.
Las mujeres han sido las figurantes de la historia del mundo, salvo algunas personalidades. El espectáculo que dirige la siempre combativa Carme Portaceli pone luz sobre aquellas que fueron víctimas del terror franquista durante la Guerra Civil y la posguerra. Maestras, sindicalistas, que sin participar en la confrontación bélica defendieron la libertad y la democracia, también de analfabetas ejecutadas sólo porque querían saber qué le había pasado a sus maridos. Todas ellas cayeron en la red de odio. ¿Cuántas murieron? No se sabe. No hay estadística de ello.
El espectáculo se basa en un texto de Carmen Domingo escrito a partir de historias reales de supervivientes recogidas aquí y allá como un fresco de la indignidad, como una imagen sobrecogedora de la animalidad de los asesinos, pero también como una muestra de la valentía y la dignidad de aquellas mujeres torturadas y fusiladas, tanto en prisiones militares como las aceras de caminos y carreteras.
Una magnífica Míriam Iscla, que camina en cada espectáculo hacia la excelencia, da voz a estas voces silenciadas que se entrelazan como saliendo de las fosas comunes donde se amontonan calaveras. Conocer cómo murió la abuela. Saber dónde está enterrada y encontrar los despojos. Sentir el dolor de la madre a quien cogen a la hija y a la que han encarcelado, torturado, despreciado porque además de roja es... mujer. Y las mujeres no son nada para los asesinos. Contaminarse del sufrimiento, del sudor. Esto busca y consigue una función punteada con acertadísimas frases musicales de Maika Makovski y las coreográficas de Sol Picó. Necesaria y recomendable sesión.