Estrenada en Londres el año 2018 e inédita hasta el momento en nuestro país, esta ópera reciente con música de George Benjamin y texto de Martin Crimp es, sin duda, uno de los títulos más esperados de la temporada del Gran Teatre del Liceu.
El argumento, basado en fuentes medievales, explica la relación obsesiva entre el rey Eduardo II y su amante Piers Gaveston, y cómo esto altera la vida de los tribunales y afecta el bienestar político del país. El rey vive entregado al placer, ausente de la política y ajeno al sufrimiento de su pueblo, mientras la reina Isabel y el ministro Mortimer conspiran para derribarlo con el objetivo de coronar al hijo, Eduardo III, demasiado joven para reinar y fácilmente manipulable. Una historia política cargada de corrupción, avaricia y amor tóxico que nos alerta, con una conclusión moral impactante, del veneno que acompaña el ejercicio del poder.
Con una impactante puesta en escena de Katie Mitchell, que incluye escenas sangrantes, de sexo y de violencia física, el montaje se sitúa en un presente genérico, en unas dependencias reales ubicadas en un castillo escandinavo ultramoderno. La partitura capta perfectamente la atmósfera claustrofóbica y erótica, así como las emociones intensas del drama.
Josep Pons dirige la Orquestra Simfònica del Gran Teatre del Liceu y el reparto lo encabezan las voces del barítono Stéphane Degout (Eduard II), el contratenor Samuel Boden (Eduard III), la soprano Georgia Jarman (Isabel), el bajo Daniel Okulitch (Gaveston) y el tenor Peter Hoare (Mortimer), que interpretó el rol en el estreno de la ópera en la Royal Opera House el 2018. Música nueva, argumentos inmortales y una escenografía impactante: tres virtudes que convierten esta ópera en uno de los mejores proyectos artísticos del siglo XXI. Todo en noventa minutos de verdadero talento. Una oportunidad única, con solo seis funciones.