Barcelona Top 10: sitios para relajarse

En el edificio antiguo de la Universitat de Barcelona está este oasis lleno de plantas con estanque incluido donde los estudiantes y quienes no lo son se refugian del tráfico y el ruido del centro de la ciudad. Con un poco de suerte, encontraréis a algún joven interesante para no tener que relajaros solos.

Es otro refugio del centro, aunque de más difícil acceso porque tenéis que ser socios o matricularos en la Escuela de Escritura. Cada vez es más complicado entrar sin estos requisitos. Los guardas de seguridad os preguntarán dónde vais. Poned cara de intelectuales con inquietudes y quizá cuela.

Las terrazas de Barcelona están desaprovechadas por culpa de las comunidades de vecinos que, demasiado conservadoras, ven todos los males en ocupar estos espacios que las noches de verano pueden ser vitales para el relax. Además, desde arriba, parece que todo tenga menos importancia.

En la montaña hay rincones ideales para evitar a los turistas y conseguir un poco de calma. Sentaos en las escaleras que bajan por la carena y observad grupitos de gente haciendo taichi o enamorados buscando intimidad (bien, a estos no los miréis demasiado que se lo pueden tomar a mal).

Collserola siempre ha sido la escapada ideal para los barceloneses que, incluso, podemos ir en tren y ahorrarnos los nervios del coche. Pasear por los alrededores de Vil·la Joana, la casa donde vivió el poeta cerca del Baixador de Vallvidrera, relaja, ilustra y te vuelve poeta.

Los centros de yoga están proliferando por toda la ciudad en sus variantes más o menos puristas, sobre todo por barrios de estilo alternativo-vegano-naturista como Gràcia. La invasión ya se nota incluso en el Eixample, donde siempre han sido más sensatos. ¿Nos volveremos más elásticos?

Esta plaza es una de las más tranquilas de la ciudad, con su iglesia, la fuente en el medio, los muros con la metralla de la guerra que nos recuerdan que estamos en tiempo de paz y conviene conservarlo... Es un desestresante que no falla. También ayudan los aromas de la tienda de jabones.

Si ya no os relaja estiraros en el césped del parque de la Ciutadella porque no soportáis los percusionistas que ensayan allí o los animales del zoo que os ponen en estado de alerta, corred hacia el Umbracle, un espacio de paz asegurada, pero que solo abre por las mañanas y entre semana. ¡Qué desaprovechado!

Afortunadamente para los lectores, en Barcelona todavía tenemos estos espacios para dejar pasar las horas hojeando libros antes de que sean nuestros. En el centro, donde más refugios necesitamos, les es difícil resistir por culpa del elevado precio de los alquileres. El consuelo es que en los barrios han abierto librerías nuevas.

Su gótico austero, fruto de las muchas vicisitudes que ha vivido el templo, la ha convertido en una de las iglesias católicas más relajantes de la ciudad, en las antípodas del barroco. Lástima que por culpa del Falcones ahora reciba muchas más visitas y, encima, se piensen que es una catedral.