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Saborear la cocina de los 10 mejores nuevos restaurantes de la ciudad: ¡el mejor regalo para los 'foodies' más exploradores!
Para aquellos amigos o familiares 'foodies' que se conocen todos los restaurantes de la ciudad de la A a la Z y buscan nuevas experiencias gastronómicas y de lo más rompedoras, ¡tenemos el regalo idal para ellos! Con la 'Time Out Box: 10 de los mejores nuevos restaurantes', se podran entablar en 10 restaurantes bien innovadores de la ciudad, siempre con un acompañante, saborear platos deliciosos y pagar ¡solo la mitad del total de la comida! Además, tendrán total libertad para probar los 10 restaurantes en el horario y fechas que quieran, y durante todo un año. Y ¡no hará falta que informen de la promoción cuando hagan la reserva! Será tan sencillo como sacar la targeta en el momento de pagar y ahorrarse la mitad del precio.
¿Sabéis qué es lo mejor? Pues que cada caja cuesta 49 eeuros y os ahorraréis hasta 450 euros. Qué barbaridad... y ¡qué oportunidad!
Si queréis saber más, os anticipamos que con esta 'box' podrán descubrir conceptos rompedores, como el del Hawker 45, un osado local que fusiona cocinas de calle del sudeste asiático y la América Latina con espíritu de alta cocina; el Telefèric, un restaurante que practica gastronomía en miniatura de alta precisión, y El Tarantín, jóvenes cocineros venezolanos que revisitan la cociona caribeña.
Ya os está dando envidia, ¿verdad? Pues que estas Navidades las Time Out Box no sean solo para amigos y familiares, ¡autoregalaros una!
COMPRADLA AQUÍ Y ¡NO OS QUEDÉIS SIN!
El lema del Tarantín es 'serious caribbean cuisine'. Ellos son de Maracaibo, topónimo con más toque pirata, y llevan repertori de cocina de autor inspirada en las recetas del Caribe: una carta corta y mutante que va de cara a barraca (antillana), con seis tapas y siete principales; excelentes las bolas de yuca rellenas de 'jerk chicken', pollo favorito de Bob Marley, delicado y fumado (el ave!).
La Katia Torán lo tenía claro: quería abrir un japonés sin fusiones. Producto puro y de proximidad comprado cada mañana en la Boqueria, al 'Mercat del Ninot' y en Sant Antoni. El espacio justo -25 personas- para poder atender cadda comensal con la atención que se merece y el conocimiento de un chef nipón, Naotaka Takayama, capaz de controlar con precisión la frescura y el corte de cada pescado. Su especialidad es el 'onsen tamago', un caldo frío con huevo ecológico cocinado a baja temperatura, con erizo de mar, 'ikura' (huevos de salmón), calamar y caviar, y también el 'nigiri' de 'wagyu' flameado. Y ¡podéis escoger ele producto de una pescadería!
Un sitio particular e intransferible: Laila Bazham (hija de filipina y brasilero) practica una fusión de comida de calle del sudeste asiático y de la América Latina hecha con realismo, inspiración y coherencia. Estas virtudes hacen que no tenga miedo a redefinir platos icónicos en nuevos formatos, como una aparente bomba (y ¡brutal!) de la Barceloneta donde confluyen tres países del sudeste asiático.
Este restaurante, enganchaddo al mercado de Sants, nace por el amor y el conocimiento que tiene Carmen Ramírez de la gastronomía italiana. La muy exitosa intención de Amassame es presentar una versión de la gastronomía italiana con toques ibéricos, haciendo émfasis en la parte saludable sin merma alguna en el sabor. Pizzas y pastas, excelentes, son hechas a mano cada día: para sentirse como en Roma o Nápoles.
El Mazah ha nacido con la vocación de ser el restaurante libanés de referencia de Barcelona, y a fe de Dios que lo está consiguiendo: disponen de una parrila de carbón para asar el xauarma, y de un horno libanés donde se hace el pan de pita al momento. Y, sobretodo de una lista larga de noventa platos con los que podréis probar el babaganuix o el hummus -¡tienen cinco!- en la mejor de las versiones.
El tártar, un plato muy generalizado -y criticaddo en según que estamentos gastronómicos-, revifa y se dignifica en La Tartatería: un restaurante donde toda la carta está dedicada a esta receta. Su fuerza está en ofrecer un concepto propio en un local totalmente diferente, con una cocina abierta y una materia prima de gran calidad. Van mucho más allá del clásico tártar de salmón y aguacate.
Contra el' montadito' de todo a cien, arte y gastronomía. Este pionero del pincho en San Cugat -abrieron la primera barra de pinchos catalana, el 1992- no se obsesiona en mantener el pedigrí navarrense, sinó 'a llevar la barra a la mesa', dicen. Maravillas como el pincho de foie gras a la plancha se han de degustar en calma. Son coleccionistas de arte: comeréis entre 'tàpies y chillidas'.
Con un interiorismo exquisito y cierto aire retroibérico -aquellas fotos de Julio Iglesias en el 'Hola'-, el Bolero Bar da el enésimo golpe de rosca a la tapa y al platillo. La sorpresa llega cuando por un tiquet ajustadísimo comes una tortilla de patatas brutal y jugosa, acabada de hacer, una ensalada de ventresca y tomate excelente, o la estrella: un biquini meloso a base de carrillada de ternera guisada, para perder el sentido.
El Bar Local –hermano pequeño de 'Els Pescadors'– trabaja con la misma extraordinaria materia prima de proximidad que la casa madre. Y aun que a la carta haya alguna marca del espíritu del tiempo -huevo cocido a baja temperatura- reina la cocina que antes estaba en las casas, y ahora solo encontramos locales muy viejos o muy nuevos: como una excelente oreja de cerdo o tripa de bacalao con judías.
Esta casa de comidas -eso es lo que significa 'picantería' en el Perú- ofrece una inspirada -y muy abundante- cocina de fusión donde se converge lo andino, el sudeste asiático y Cataluña. Aunque el término fusión no haga justícia a recetas de lo más naturales y coherentes, como unos tacos de pollo pibil. La coctelería es de alto nivel y precios ajustados, ideal para maridar con 'la teca'
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