Bar Trèvol

En casa eran tres y eso trae buena suerte: de ahí el nombre. Candi y su mujer, Anna, de Horta, acababan de tener su primera hija, Marta, cuando abrieron el Trévol en 2001. A estas alturas ya forman parte de la historia viva del mercado de la Abaceria: su simpatía y sus suculentos platos son marca de la casa.

El el Candi (como popularmente llaman el bar), se puede comer cocina tradicional catalana de primera: pies de cerdo, fricandó, capipota con pies de cordero ... El producto lo tienen al alcance y eso es garantía de calidad: todo es fresco y late. Candi tiene mucha mano rota con la plancha y los platillos y eso lo sabe todo el mundo del barrio, que van a comer algo desde primera hora. El botellín, el café y la cola de buey salen muy bien de precio (el producto es del mercado, el precio oscila dependiendo del día).

Los sábados se reinventan y llenan la barra de pinchos: de alcachofa rellena con crema de anchoas, de pollo rebozado con quicos o de champiñones rellenos de carne. Cada semana la dedican la elaboración de los pinchos en una región diferente del Estado: a veces, morcilla de Burgos; a veces, pescadito frito de Cádiz.

La mitad del bar es una barra-cocina y la otra, cuatro mesitas que se llenan en un periquete: em el Trévol, te sientes realmente afortunado, una vez estás en la mesa y Candi te lleva las excelentes manjares que acaba de preparar.

Una de las grandes alegrías de este bar-restaurante es que puedes llevar la comida para que te la cocinen. Es decir, tú vas al mercado y, por ejemplo, encuentras un atún excelente a buen precio, cuatro almejas y un puñado de rebozuelos, y Candi te lo cocina todo en un abrir y cerrar de ojos y por un precio irrisorio que casi es regalado. Para chuparse los dedos.