El Iluzione es un restaurante de raíces italianas, un local muy curioso de visitar y donde se puede disfrutar de una cocina tranquila, una expresión que me encanta. El ambiente es relajado, con una iluminación un poco demasiado baja, lo que dificulta leer la carta sin la linterna del móvil. Exagero, pero me encanta ponerme hiperbólico.
Una vez superado el minúsculo trance, Álvaro Colomer, amigo y escritor excelso, y yo compartimos media ración de mortadela artesanal de Bolonia con 'focaccia'. El chóped estuvo a punto de matar el prestigio de la mortadela, pero por suerte es imposible matar un embutido de dignidad verdiana.
De segundo, Álvaro se decanta por una 'parmigiana di melanzane' CHIC, que en cristiano de Montserrat son unas berenjenas a la parmesana con una burrata que es como la cúpula de Santa María del Fiore. Me decanto por un 'roast beef figherto', un rosbif de buey con puré de patatas trufado, parmesano y salsa de setas. El resultado es bueno, y para que aumente un poco más la morosidad de los platos, la camarera, muy amable, nos sirve dos copas de Papale, un vino tinto espléndido de la Puglia, tierra de vidas rebeldes. No pedimos postre. Nuestros estómagos están más que satisfechos. Ya volveremos, porque el apartado de la carta dedicada a las 'focaccias' ( 'salmoneo', 'pulled pork', ibérica, norma, 'margherita', 'rachele', 'porchetta' piamontesa) obliga a volver a un local con personalidad y tan 'chic' como una burrata parecer creada por el mismo Brunelleschi.
Una vez superado el minúsculo trance, Álvaro Colomer, amigo y escritor excelso, y yo compartimos media ración de mortadela artesanal de Bolonia con 'focaccia'. El chóped estuvo a punto de matar el prestigio de la mortadela, pero por suerte es imposible matar un embutido de dignidad verdiana.
De segundo, Álvaro se decanta por una 'parmigiana di melanzane' CHIC, que en cristiano de Montserrat son unas berenjenas a la parmesana con una burrata que es como la cúpula de Santa María del Fiore. Me decanto por un 'roast beef figherto', un rosbif de buey con puré de patatas trufado, parmesano y salsa de setas. El resultado es bueno, y para que aumente un poco más la morosidad de los platos, la camarera, muy amable, nos sirve dos copas de Papale, un vino tinto espléndido de la Puglia, tierra de vidas rebeldes. No pedimos postre. Nuestros estómagos están más que satisfechos. Ya volveremos, porque el apartado de la carta dedicada a las 'focaccias' ( 'salmoneo', 'pulled pork', ibérica, norma, 'margherita', 'rachele', 'porchetta' piamontesa) obliga a volver a un local con personalidad y tan 'chic' como una burrata parecer creada por el mismo Brunelleschi.