Melrose Dumpling Place

Vestido con un sombrero panamá, un delantal y unas botas de cowboy y armado con una espátula, un cronómetro de cocina y una tetera,  Masahiro Ishizuka, un cocinero autodidacta de Kyoto, nos saluda desde la barra. Pocas mesas, cuernos de ciervos y fotogramas de espagueti western en las paredes y, de fondo, la Creedence. Lacónico, nos dice que él es el 'lone ranger' del local y que los pedidos, en la barra. Su especialidad son las gyoza. En la carta, corta y acertada, encontramos platillos clásicos -edamame (soja), 'tonkatsu' (cerdo) -, ramen y diez tipos de 'gyoza'.

Empezamos por las 'gyoza' de 'shiro', hierba de la familia de la menta conocida como albahaca japonesa, intensa y algo picante. Impecables. Continuamos con las de anguila y berenjena, sedosas y exquisitas, y con las de pulpo y salsa 'takoyaki', punzantes y salinas. Acabamos con las de cordero con sal, chile y semillas de anís; suculentas y explosivas. Los ramen, con caldos de 18 horas, son sabrosos y reconfortantes. Para beber, sake frío de aleta de pez globo, ahumado y agradable. De postre, 'taiyaki', un pastelito con rebozado de 'pancake' y relleno de judía roja dulce. En este western, el bueno, el feo y el malo son el bueno (los platitos), el mejor (los ramen) y el excelente (las 'gyoza').