Noemí y su madre, la Mamma Pia, naturales de Turín, han anclado en el Eixample su Pescadea Fresh Fish Panini, un sitio de 'paninos' de pescado para plantarle cara al sobreexplotado mercado carnívoro de hamburgueserías de Barcelona. Sus armas son imponentes: pescado fresco de Vilanova, ingredientes de proximidad y especialidades italianas, pan artesano hecho por Albert Iglesias –se lo sirven recién hecho cada día y a partir de septiembre tendrán opción sin gluten– y recetas divertidas que demuestran que el pescado va de maravilla como parte fundamental de un bocadillo.
El lugar es informal y tiene una clara filosofía anti plástico, "cuando se trabaja con pescado es casi una obligación", nos dice Noemí. Esto se refleja en los cubiertos y la vajilla –hechos con cartón y madera– o el agua en lata de Ocean 52, que destina el 52% de sus beneficios a proyectos que cuidan mares y océanos.
La propuesta de esta madre e hija es sencilla. Para empezar, tenéis entrantes como tartars de atún y salmón y carpaccio de pulpo; tres ensaladas –la del sur, con arroz, atún marinado, tomate, aguacate y pepino; la del norte, con arroz negro, salmón marinado, pepino, aguacate, mango, zanahoria, sésamo y cebollino; y la del centro, con lechuga fresca, gambas crujientes, piña, calabacín marinado, tomate a la plancha, guisantes, mayonesa de cúrcuma y jengibre–, y los fritos. El Frito mixto es la estrella, una mezcla de patatas chips hechas por ellas mismas, gambas, calamares y boquerones acompañados por la salsa Pescadea casera, con anchoa y el sello de autenticidad de la Mamma Pia. Un plato delicioso, nada aceitoso, que le hace la competencia a la columna vertebral del negocio, ¡los 'paninos'!
Tienen 8 bocadillos tortuga –se llaman así por el dibujo del pan, muy popular en Italia– dedicados a diferentes lugares italianos y cada receta incorpora, por lo menos, un ingrediente de esa zona. Por ejemplo, el Palermo lleva Caponata de berenjena, típica de la ciudad; en el Cremona ponen salsa de queso gorgonzola, siempre italiano; y el Pompei lleva ricotta. "No se sabe quién inventó la ricotta pero en Pompeya se encontró el primer fresco donde se deja constancia del consumo de ricotta en aquella zona", nos explica Noemí.
Qué aburrido nos parece ahora el bocadillo de calamares madrileño si podemos comernos uno con lubina a la plancha que se deshace, otro de tartar de atún fresco, el de pulpo o el de boquerones fritos con pesto de tomate seco.
Si todavía os queda espacio en el estómago, podéis rematar la comida con uno de sus tres postres: un tiramisú casero siguiendo la auténtica receta italiana, un cheesecake de té matcha y una mousse de maracuyá.