Cuando abrieron, en la primavera del 2022, estos jóvenes tuvieron el buen gusto de citar a Ginsberg: "Comemos sandwiches de realidad". Con una estética de 'hipsterismo' austero –nada del multicolorismo cuqui del 'brunchample'–, Julià Freixas comanda un restaurante de bocadillos excelente y artesano, donde todo se hace desde cero, todo es de proximidad y gasta unos precios ajustados.
Desde el bocadillo de cerdo desfilado –un caramelo de diez horas de cocción con salsa barbacoa casera– hasta un exquisito pastrami en pan de molde. El corte, hecho en Girona, proporciona la rotundidad y la cosa suave que te esperas del rey del bocadillo 'made in USA'. Otro 'best-seller' de la casa es el bocadillo de tartar en pan de bollo, que en lugar de salsa tabasco lleva 'siracha'. Este es un lugar para la autoindulgencia: nada mejor que devorar tu bocadillo compartiendo unas bravas XXL o unos 'nuggets' de pollo.
