El espectáculo donde estuvo Tickets (que fue el pistoletazo de salida del Paral·lel como zona caliente de la alta gastronomía Michelin en Barcelona) se mantiene en una forma excelente con el renacimiento del singular establecimiento como Teatro Kitchen & Bar. Teatro mantiene la gestión de la familia Iglesias, y al frente está el chef Oliver Peña como estrella de la función.
Peña es un bulliniano de pro –su anterior trabajo fue como chef ejecutivo de Enigma, y ha pasado por 41º o Hacienda Benazuza– y dirige un equipo de una treintena de personas, que funcionan con la precisión de un reloj y la espectacularidad de una ópera rock. Ahora bien, su cocina no son fuegos de artificio, sino una exhibición de técnica y creatividad en la que se percibe un crecimiento orgánico y ganas ahuyentar la presión y los corsés de la alta cocina a base de disfrutar. Como explica Peña, "en Enigma si un plato no era un 12 no lo hacía. Y eso era una frustración continua".
Aquí, dice, inventa platos que quizás no sean "un diez de salida, pero tienen margen para seguir mejorando". Ahora bien, cuando catas maravillas como el flautín de ternera, las puntuaciones sobran: una barrita de pan hueca, cubierta por un solomillo de ternera, donde el añadido de grasa de vaca da la sensación de comer un chuletón a la brasa hecho snack (y una mayonesa de mostaza, pepinillo y cabeza de ternera añaden el resto).
La cocina de Peña es creativa pero a la vez comprensible y confortable, fácil de comer, "para disfrutar de la alta gastronomía sin protocolos rígidos". Aquí encontrarás tapa fría y caliente, bocadillos de altos vuelos y muchos platos que se comen con las manos, y que cocinados con modos de vanguardia remiten a la cocina de mamá más que a la descontextualización. Un ejemplo inmejorable son las sardinas rebozadas con salsa tártara y jamón ibérico, que te transportan directos a la mejor merienda de tu vida. O una ensaladilla de buey de mar donde la receta familiar del romesco se pasea por Tailandia.
