Si te dicen tapas en Hospitalet, te viene a la cabeza la arcadia sevillana de chocos brutalmente buenos y flamenquines como una porra de antidisturbios. Si te dicen tapas en el Born, tomaduras de pelo en formato tataki y la serialización de la croqueta. Tópicos. Por eso me alegro tanto que This & That Co., que abrió en 2015, haya consolidado una espléndida tercera vía para la ración. Es el Hospi nuevo -ante la feria-, y habita en un universo paralelo en los bares de Collblanc y por suerte también al timo esteticista.
Juan Pablo Carrizo (cocina) y Mónica Artero (sala) no te venden ninguna moto: en la entrada dice 'Bar de Tapas' y eso hacen. Y se agradece mucho que Carrizo, un cocinero argentino que ha pasado por la vanguardia aquí, no haga metáforas con los nombres de los platos sino simples descripciones: crestas de remolacha con manzanas, pistachos, cremoso de parmesano y vinagreta de frambuesa. Probado: una ensalada convertida en crestas deliciosas, bien equilibradas de sabor cítrico y la delicadeza del pistacho, ligado con parmesano cremoso.
Lo hacen bonito, y sabroso. Y parece sencillo, pero no lo es: de mi primera vez en el This & That tengo clavado el umami de una ensalada de corazones de tomate, la parte ácida que se tira, con tacos de atún. Comenzamos con un 'trompe l'oeil' muy corriente: el churro-patata brava, pero excelente en este caso por la consistencia grasosa del falso tubérculo, y la delicadeza de un alioli de la casa excelente (lo dice uno que detesta el alioli, 'gastromal' catalán!).
Es un lugar de tapas pensadas para mojar pan: bien sea en platos que redimen la saturación de carpaccios –¡que bueno el de bacalao ahumado con mayonesa de ajo negro!– o con bombas de cocina tradicional, como un canelón de cola de buey con bechamel trufada y mascarpone, con la dulzura del queso poniendo a raya la potencia penetrante de la trufa y un guiso que se deshace en la boca. De hecho, el talento de Carrizo pasa por la pequeña y decisiva vuelta de tuerca a platos por donde el paladar ha trajinado menudo. Y lo mismo con los postres: un pastel de chocolate negro con espuma –más bien una crema– de albahaca añade la porción justa de frescura al chocolate pelado.
La terraza también es una tercera vía deliciosa: mesas en un injerto de césped artificial, en una avenida lateral que esquiva la nube de calor, las bocinas y los ejércitos de carne de gamba y camisetas imperio. Queremos más Hospitalet así en Barcelona: ¡sobre todo con un menú con pescado fresco a 13,50 euros!
