Tres grandes actrices (Sílvia Bel, Míriam Iscla, Rosa Renom) para cuatro textos breves de Samuel Beckett que limitan la libertad de movimientos de las intérpretes. Buena contradicción. El autor manda y Sergi Belbel reproduce con nimias libertades todo lo que quedó fijado para siempre en minuciosas notas y acotaciones. Habrá que intuir entones la intención dramatúrgica del director en la interrelación de las cuatro piezas: 'Passos' ('Footfalls'), 'Rockaby' ('Bressol'), 'Not I' ('No Jo') y 'Come and Go' ('Anar i tornar'), ocupando diversos espacios de la Sala Beckett en un paseo por la locura y la muerte o todos sus estados intermedios. La suma beckettiana propuesta por Belbel se puede entender como un oscuro teatro de autómatas –especialmente evidente en 'Bressol' y 'Anar i tornar'– y como un recorrido por episodios con la inquietante atmósfera de un relato gótico.
Belbel ha encontrado la manera de crear un cordón umbilical entre Beckett y Edgar Allan Poe con seres que parecen existir en la difusa frontera entre la vida y la muerte. Muertos que no saben que lo están y que siguen interactuando con los fantasmas que marcaron su existencia. Vivos que quizá sólo les queda un único hálito, observados por la paciente sombra de la parca, mientras se les escapa la vida a borbotones de palabras por la boca (hipnótico y virtuoso minimalismo bucal de la Iscla). Teatro de almas en pena condenadas por la eternidad del autor a seguir representando su purgatorio sin descanso como en una feria de tinieblas. Sombras que despiertan la conmiseración del espectador como el fantasma de 'A Ghost Story' de David Lowery. En 'Beckett’s Ladies' no se cubren con una sábana.