Texto: Brian Friel. Director: Ferran Utzet. Con: Màrcia Cisteró, Mónica López, Marta Marco, Òscar Muñoz, Nora Navas, Carlota Olcina, Albert Triola y Ramon Vila.
En una improvisada tertulia post-función se especula si es posible hacer de otra manera 'Dansa d’agost', si el texto ofrece pistas para acceder a otros niveles de información. “Fijaros –dicen a los que hay que escuchar– que la radio no funciona y la cometa no vuela; en todos los detalles de la insatisfacción”. Es posible que la obra de Brian Friel sea más grande que otra puesta en escena primorosa del recuerdo de los días de verano del 36 en casa de las hermanas Mundy. El último agosto con la angustia sujeta, antes que irrumpa la tragedia por capítulos, con Kate aún no rendida del todo a la amargura. Una Bernarda Alba irlandesa con el corazón por ennegrecer.
Pero es difícil sustraerse al influjo de unos personajes tan luminosos –con todos los matices de luz y sombras– y a la melancolía del que regresa a los últimos días de una niñez dorada, ajena a los dramas de sus mayores. Como Pere Planella en el 1993 en el Lliure, ahora Ferran Utzet en la Biblioteca ha optado por no resistirse a esa poderosa corriente y ha creado un espectáculo a mayor gloria de sus actrices y actores.
Entre la buena terna masculina (Ramon Vila, Òscar Muñoz y Albert Triola) destaca la exquisita distancia que Triola aporta a su doble personaje de narrador adulto y niño recordado; y entre el formidable quinteto de actrices es difícil repartir el podio. Quizá Màrcia Cisterò aún tiene que rebajar la “diferencia” de su Rosie. Pero las demás (Mònica López, Marta Marco, Carlota Olcina y Nora Navas) complementan equitativamente los momentos de rendido aplauso, con escenas de una intensidad concentrada en el rostro, en la mirada. Un milagro de delicadeza colectiva.