Autor: Jordi Galceran. Dirección: Sergi Belbel. Con: David Bagés y Mima Riera.
Han pasado dos décadas desde que Jordi Galceran sorprendiera al público con una obra de género: 'Paraules encadenades'. Un thriller en catalán subía al escenario en la última temporada del Romea como Centre Dramàtic. Gran éxito para el autor, que se desvelaba como un dramaturgo conectado con los renovadores del género ('El silencio de los corderos', 'Sospechos habituales', 'Seven'). Gran éxito para Emma Vilarasau y Jordi Boixaderas, la pareja protagonista de una obra que -como en Hollywood- proponía una atmósfera claustrofóbica, combate psicológico y el virtuosismo de calculados giros argumentales para dejar al espectador desarmado ante el sorprendente desenlace.
El texto que ahora dirige Sergi Belbel es casi el mismo, pero la partitura dramática tiene ahora otro tempo y tono. Los elementos de comedia -matizados con malicia en el primer montaje- son mucho más evidentes en las escenas que discurren por la senda de la batalla entre sexos, y cuesta volver a la credibilidad de la tensión de la amenaza pura. También se ha perdido parte de la angustia del aislamiento. El almacén es ahora un teatro abandonado con el público explícitamente invitado a los sucesos, testigo de una elaborada snuff-movie.
Tampoco ayuda a crear un ambiente perturbador la transparencia de Mima Riera y David Bagès. Sus antecesores llevaban puesto el misterio y el dribleo perverso con la verdad. Ellos dos -por otra parte excelentes- tienen un carácter más frontal. Quizá sea un perfil subrayado por la dirección para lanzar el mensaje que cualquiera puede ser un asesino (en serie). Pero esa “normalidad” también conduce el montaje hacia algo lamentablemente tan poco excepcional y abstracto como el drama de la violencia doméstica. Ahora el terror es la simple agresión.